El 11 de diciembre de 1987, José Mari tenía trece años, y Víctor, once. Residían con su familia en la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza. Poco después de las seis de la mañana el edificio voló en pedazos. Solo una pared quedó en pie. En ella se apoyaban las camas de José Mari y Víctor, que, tras la explosión, despertaron para encontrarse sobre un abismo de escombros. Aún no sabían que su madre, su padre y su hermana de siete años acababan de morir.
Con la serenidad del buen periodismo y emoción contenida, Pepa Bueno narra la historia de los dos hermanos, hoy jóvenes retirados que todavía luchan con sus fantasmas. «Cuando los focos se apagan, a las familias de las víctimas les toca seguir tirando, repartiendo de nuevo las cartas de la vida».
«Esta es la historia de una herida incurable, la de dos hermanos que de niños sobrevivieron al atentado contra la casa cuartel de Zaragoza, en el que perdieron a sus padres y a su hermana pequeña. Un testimonio sin tapujos, de una alta carga humana, tan doloroso como conmovedor».