Reagrupación Nacional (RN) o Nuevo Frente Popular (NFP). Son los dos extremos del arco político que este domingo 30 de junio disputan la primera vuelta de las elecciones generales en Francia.
Mantener el esfuerzo bélico, pero sobre todo sostener una sociedad firmemente cohesionada que lo respalde, no es fácil cuando una guerra se alarga en el tiempo, y tanto militares como civiles aumentan el número y la intensidad de las preguntas que se hacen a sí mismos, y que los dirigentes penan cada vez más para darles respuestas satisfactorias.
Salvo para militantes de izquierda muy cafeteros o con el riñón bien cubierto de subvenciones y prebendas, la Unión Europea confirmó el principal de sus pronósticos: triunfo holgado del centro derecha y avance espectacular de la ultraderecha.
De no ser por la gravedad de la tensa situación que se vive en el Mar de China y la desconfianza que reina en el triángulo Japón-Corea-China, los últimos episodios de la confrontación entre las dos Coreas moverían más a la risa y la carcajada que a las sesudas sesiones de los estados mayores militares.
Más de cien líderes judíos europeos y representantes de la comunidad judía convergen en Ámsterdam el lunes y martes de esta semana para celebrar lo que ellos mismos denominan una “cumbre de emergencia”, organizada por la Asociación Judía Europea (EJA) con sede en Bruselas, al objeto de abordar “el creciente antisemitismo y el odio viral hacia los judíos en el Viejo Continente, y más allá de la masacre perpetrada por Hamás el pasado 7 de octubre en Israel”.
Apenas acababa de asistir en Teherán a los funerales por el presidente Ebrahim Raisi, y de volver a Túnez, cuando Kais Saied ha procedido a un reajuste ministerial tan inesperado como sorprendente. El jefe del Estado tunecino, que acapara todos los poderes desde 2021, solo ha cambiado a dos ministros, pero de la envergadura suficiente como para alimentar todas las sospechas respecto de un endurecimiento del régimen.
No hay motivos suficientes para dudar de que el presidente de la República Islámica de Irán, Ebrahim Raisi, y su ministro de Asuntos Exteriores, Hosein Amirabdollahian, hayan tenido la mala suerte de que el helicóptero en el que viajaban se estrellara en medio de una espesa niebla, cuando volvían de inaugurar una presa hidráulica en la frontera y junto al presidente de Azerbaiyán.
Ajuste de cuentas en toda regla del jefe del Gobierno senegalés, Ousmane Sonko, apenas instalado en el poder. El principal objetivo de sus invectivas es el presidente de Francia, Emmanuel Macron, pero también ha atacado duramente a la propia Francia, a Europa y por extensión a Occidente.
Cinco años hacía que el presidente chino, Xi Jinping, no venía a Europa. Su pequeña gira por Francia, Serbia y Hungría, lejos de haber sido motivo de regocijo para la Unión Europea, ha constituido una demostración inequívoca de las posiciones más firmes del líder de Pekín.
Ni una sola democracia en el mundo se ha sostenido sin el contrapoder de medios de información libres e independientes. Por el contrario, ni un solo régimen totalitario ha respetado nunca la libertad de expresión, antes bien la ha ahogado hasta el punto de cercenar toda esperanza de alternancia en el poder, aumentando progresivamente la represión contra el más mínimo atisbo de amenaza a la tiranía o a quienes la encarnan.
A buen seguro, la mayor parte de los europeos que hoy viven las ventajas cotidianas de estar cobijados bajo este espacio de libertad no conocen los orígenes ni saben mucho de los artífices de las grandes conquistas políticas, económicas y sociales de las que hoy disfrutan. Uno de esos gigantes fue el francés Jacques Delors, que falleció el pasado miércoles a los 98 años.
Fiel a su cita anual, y ya van 35 ediciones, la Asociación de Periodistas Europeos (APE) celebró su tradicional seminario sobre el futuro de Europa.