Artículo publicado en Atalayar el 10 de Noviembre de 2022 por Pedro González
Es el gran triunfador de las elecciones de medio mandato de Estados Unidos, pendientes en todo caso de finalizar un larguísimo recuento, que en todo caso no certifica el anunciado tsunami republicano ni por lo tanto la correspondiente deblacle estrepitosa del Partido Demócrata.
Ron DeSantis, gobernador del Estado de Florida no sólo ha revalidado su mandato sino que también lo ha hecho con una contundencia tan arrolladora que ya empieza a vérsele como el mejor candidato del Grand Old Party para las presidenciales de 2024. Ello es tanto como decir que sería el gran rival de Donald Trump en las primarias, caso de que el díscolo expresidente decida finalmente anunciar su candidatura el próximo martes, tal y como él mismo ha sugerido coincidiendo con la jornada electoral.
Con las encuestas en la mano y la abundantísima recopilación de las declaraciones del propio Trump y de la numerosa nómina de candidatos de su cuerda, es decir de los que siguen expandiendo la especie de que les robaron la Casa Blanca en 2020, había fundados temores a que la jornada electoral pasara a los anales de la historia como un martes negro. Afortunadamente, parece que esas candidaturas, lejos de arrasar, han obtenido en los lugares que han ganado una victoria que no responde en absoluto a las expectativas despertadas, lo que ha redundado de rebote en que Joe Biden y sus huestes demócratas hayan limitado notablemente los daños que se les auguraba.
Quiere todo ello decir que podemos estar ante el principio del ocaso político definitivo de Donald Trump, aún a pesar del indudable control que tiene sobre el Partido Republicano, y del que sin duda alguna hará uso para sus propios fines. Sin embargo, tanto la evidencia de que sus acusaciones y amenazas no arrastran a los votantes hasta el punto de destrozar por completo a sus rivales, como la emergencia de una figura con la suficiente envergadura como para plantarle cara, denota que en el seno del propio partido parece que se están moviendo las cosas para evitar convertirse en un movimiento extremista y casi antisistema.
DeSantis es un hombre de ley y orden, un conservador que pone la libertad en el frontispicio de sus políticas. Hay incluso quién compara su manera de gobernar con la madrileña Isabel Díaz Ayuso. Por ejemplo, en la dulcificación de su política fiscal, que ha logrado atraer a Florida a decenas de miles de empresas y profesionales liberales, procedentes de Estados “hostiles” como California y Nueva York. También, al igual que Díaz Ayuso, DeSantis logró poner las bases de su buena fama durante la pandemia del Covid-19, en que se puso a la cabeza de las decisiones más osadas y arriesgadas, al contrario que Washington y la inmensa mayoría de los demás estados, para paliar los efectos de la epidemia, tanto en la gestión de las vacunas y los ciudadanos más vulnerables como sobre la economía de toda Florida. El resultado es que este swing state (oscilante en favor de uno u otro partido según los comicios) se haya convertido ahora en netamente republicano.
Por supuesto, el trumpismo de que se ha impregnado el partido no ha desaparecido en estas elecciones ni seguramente va a hacerlo en mucho tiempo. Sin embargo, los excesos descalificadores de un Donald Trump con ostensibles pulsiones autocráticas no son del agrado de al menos una parte del partido, que podría llamarse moderada o cuando menos apegada a la tradición constitucional americana. Son sus componentes quienes ven en Ron DeSantis al candidato que puede aglutinar de nuevo al partido, que evite de una parte la huida de los trumpistas, y de otra propicie una mayor integración e influencia de ese ala moderada.
No deja de ser un gran indicador de las grandes posibilidades de DeSantis que los medios norteamericanos más prodemócratas y también más influyentes, o sea The Washington Post y The New York Times se hayan atrevido a augurar una “victoria arrolladora” del gobernador de Florida si en 2024 hubiera de enfrentarse en un duelo por la Casa Blanca con el actual presidente Joe Biden.