Artículo originalmente publicado en La Voz de Galicia el 17 de Abril de 2017
Se inició en Alemania por iniciativa de un matrimonio alemán y se ha extendido a más de 60 ciudades de la Unión Europea: es Pulse of Europe. Un movimiento ciudadano, sin relación con ningún partido político, cuyo objetivo es manifestar y promover el proyecto de una UE fuerte y eficaz.
Asistí a la primera concentración en Madrid, celebrada el 2 de abril en la puerta de la Independencia, en el parque del Retiro. La seguirán otras tres simultáneas en un centenar de ciudades de la Unión, hasta el 7 de mayo, fecha de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas, en las que la UE se juega su ser o no ser.
En Madrid intervinieron sus organizadores, varios alemanes, alguno emparejado con española, sin más títulos que el de vivir en España y ser ciudadanos de la UE. Numerosos asistentes, espoleados por los convocantes, explicaron las razones por las que estaban. Todas las intervenciones fueron rotundas y honestas, todas esperanzadoras y alegres, incluida la de la excomisaria de Relaciones Europeas, la austríaca Benita Ferrero-Waldner, que paseando por el lugar se topó con los convocados y quiso tomar el micrófono. Entre los parlamentos destaco el de quien dijo ser uno de la docena de periodistas que hace 40 años registró en una notaría de Madrid la sección española de la Asociación de Periodistas Europeos, con la que desde entonces promueven los valores de la UE, su importancia y el anhelo que para los de su generación suponía la entrada en un espacio común de libertades y valores democráticos. Añadió que tenía cuatro hijos y siete nietos, que los primeros vivieron seis años en Roma, donde él ejerció de delegado de la agencia española de noticias Efe; que vueltos a España, dos disfrutaron de una beca Erasmus en Milán y Londres y otra vivió sus primeros cuatro años de vida en la capital italiana y ahora lleva ocho en el Reino Unido y está emparejada con un británico de padre inglés y madre griega. Y que los cuatro se sienten miembros de la Unión, a la que llevan en sus genes y han transmitido a sus hijos. Y terminó reafirmando su fe en la UE y subrayando que quiere que sus siete nietos y los que estén por llegar sigan siendo ciudadanos de ella, sujetos de derechos y también de deberes, entre estos el de defender los valores y la pertenencia a la UE como lo hacían los reunidos en esa mañana primaveral de domingo «porque -enfatizó- fuera de ella hay egoísmo y barbarie».
La radicalización del debate político en los países de la UE es una amenaza real. Tras el voto británico a favor del brexit y la elección de Donald Trump, «queda claro -dice el pasquín repartido- que no podemos contar con que otros defiendan nuestros derechos y libertades. Pronto tendrán lugar las elecciones francesas, a las que seguirán las alemanas. Los populismos que abogan por tapar los ojos y engañar a los pueblos mediante el uso de la ignorancia y el miedo están tomando fuerza. ¿Cómo respondemos?, se preguntan, y señalan que «estamos convencidos que la UE necesita un cambio, pero no que la solución sea dar marcha atrás o destruirla, porque gracias a esta Unión se han establecido las condiciones necesarias para mantener la paz durante décadas, después de siglos de guerras y destrucción. Es por ello que queremos preservarla y mejorarla. Hagámonos oír y manifestémonos para mostrar nuestro apoyo a la UE». Tienen razón.