Publicado en El Siglo el 11 de Octubre de 2011
Convocada por la Asociación de Periodistas Europeos el lunes 17 de octubre se celebra en Madrid una Jornada para debatir el impacto de la crisis en los medios de comunicación, con asistencia de más de cien profesionales venidos de toda España. De entrada, la inercia histórica nos hubiera llevado a pensar que la crisis, como los conflictos bélicos, como los desastres naturales, los magnicidios, los atentados terroristas o cualquier otra desgracia, habría sido un estímulo noticiable multiplicador de las ventas y, por ende, del negocio de los medios de comunicación, basado en la suma de audiencias que se venden a quienes desean incidir sobre ellas con impactos publicitarios.
Se confirma así que el principio de good news is not news permanece vigente después de ser sometido a una doble inversión. De manera que las bad news cuanto más bad más news; cuanto peores, worst, mayor valor añadido adquieren sobre la escala de la noticiabilidad. De ahí que los momentos de crisis aguda pintaran bien para configurarse como un auténtico festín de los medios de comunicación. Porque los medios se erigen mitad en sismógrafos, que dan cuenta de las perturbaciones noticiosas; mitad en cajas registradoras, que suman nuevos ingresos en paralelo al incremento de copias vendidas o de audiencias engarzadas para ser ofrecidas a los anunciantes.
Lástima grande que esta vez la superposición de las nuevas tecnologías de la información haya desencadenado de modo fulminante un cambio radical. Después de los descubrimientos de la galaxia Gutenberg y de la galaxia Marconi, es ahora empezamos a explorar la nueva galaxia Internet. El modelo de negocio propio de las dos primeras galaxias queda afectado. Algunos sostienen que empieza a cumplirse la profecía que anunciaba su obsolescencia. Recordemos que, en el principio era la letra impresa, cuyo radio de difusión sólo incluía a las elites más escogidas. Luego, fue la opción por el gran público, es decir, la transformación de las publicaciones periódicas en los mass media, entendidos por las organizaciones sociales de izquierda como instrumento para la educación y concienciación de las masas alienadas.
Se observó que la prensa de masas alteraba las relaciones de poder al introducir un nuevo sistema de debate y de fiscalización del poder. Los diarios y demás publicaciones periódicas en ese camino dejaron de ser empresas de intelectuales amateurs y pasaron a profesionalizarse sobre otras bases financieras y comerciales. Su subsistencia quedaba vinculada a la obtención del lucro necesario, aunque el óptimo de rentabilidad, medido en dinero metálico, no fuera su objetivo prioritario. Pero al rebasar el umbral de la galaxia Internet esos fundamentos se han visto sacudidos. Y, como advierte José Manuel Lara, presidente del Grupo Planeta, ha aflorado una nueva crisis, ahora de carácter endógeno, debida a la generalización de dos máximas elementales: la del “periodismo low cost,” invocada en aras de maximizar los beneficios, y la de la “renuncia a la calidad”, al otorgar prioridad absoluta a la inmediatez.
El propósito declarado de esta Jornada, la novena de una serie patrocinada por Coca Cola, es evaluar la situación actual del sector de medios, avizorar su futuro y calibrar los efectos colaterales que de su deterioro puedan derivarse para la sociedad en la que se incardinan. Porque a los medios se les atribuye la función vigilante de atender al pleno vigor de las libertades públicas y de los derechos cívicos y de sustanciar el debate democrático. Esta comprobado que sin un régimen de libertades es imposible la existencia de una prensa que merezca ese nombre, porque a falta del oxígeno de la libertad los medios degeneran en meros instrumentos de propaganda servil. Pero la cuestión que corresponde esclarecer ahora es qué quedaría de las libertades, bajo cuyo amparo vivimos, si la prensa que conocemos dejara de existir. Atentos a las elecciones de la Asociación de la Prensa de Madrid.