Publicado en ICNR el 16 de Junio de 2011
Pese a actuaciones como la Operación Atalanta existe un fuerte riesgo de que aumente la piratería marítima en las costas de Somalia, sobre todo si Yemen no encauza el caos generado por su vacío de poder. Asimismo, la gran amenaza hoy radica en la proliferación de Estados débiles, muchos de ellos derivados de la desintegración de la antigua Unión Soviética, también los de Centroamérica y África, incapaces de imponer y mantener instituciones fuertes, únicas que pueden impedir que caigan en las redes de clanes y organizaciones terroristas. Tal es el diagnóstico que el ‘jemad’ José Julio Rodriguez ha expuesto en el XXIII Seminario Internacional de Seguridad y Defensa, celebrado en Toledo y organizado por la Asociación de Periodistas Europeos.
El teniente general Rodriguez arguyó que el papel de los militares en muchos conflictos generados por estas amenazas, es el de abrir espacios para que intervengan otros actores civiles. La mayor parte de los problemas de nuestros días no tienen soluciones militares aunque el componente militar sea empero parte de las soluciones. “No somos exclusivamente nosotros quienes tenemos la misión de acabar con la miseria, las desigualdades y la corrupción, caldo de cultivo idóneo para que tribus, clanes y narcoterroristas se hagan con el control de territorios cada vez más extensos”, subrayó el jefe del Estado Mayor de la Defensa.
La presencia en Toledo de algunos de los ‘think tanks’ más influyentes de Europa y Estados Unidos ha puesto de relieve las fuertes diferencias entre las dos orillas del Atlántico a propósito de la contribución financiera al esfuerzo que supone la multiplicación de operaciones como las de Libia, Afganistán ó Líbano. La excesiva prolongación en el tiempo de tales acciones asfixia los presupuestos dedicados a la Defensa por los diferentes gobiernos europeos, provoca hartazgo en la opinión pública y excita el debate acerca de las prioridades a atender.
Pascal Boniface, director del IRIS, el Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de Paris (principal suministrador al presidente Sarkozy de argumentos sobre la OTAN), criticó la intensa presión norteamericana porque los aliados europeos aumenten su contribución bélica y financiera a las operaciones bélicas multilaterales. Estima un despropósito que Barack Obama quisiera implantar un escudo antimisiles contra Irán cuando hay problemas más acuciantes, a su juicio, que la amenaza nuclear, como son el ciberterrorismo o la piratería marítima. El director del IRIS insistió en que Europa no puede ni debe seguir el ritmo de gastos militares impuesto por Estados Unidos, que dedica a Defensa el 5% de su presupuesto total, porque “una hipertrofia de potencia militar termina por provocar malas respuestas. Y es que cuando uno tiene un gran martillo en la mano tiende a ver clavos que m achacar por todos lados”.
En cuanto a Estados Unidos, tanto el ministro consejero de la Embajada en Madrid, Arnold Chacón, como Brian Katulis, del Center for American Progress, reconocieron que los norteamericanos ni quieren ni pueden ejercer en solitario el papel de gendarme del mundo, y que esa etapa está definitivamente cerrada. Coincidieron con sus homólogos europeos en que los desafíos son globales y las respuestas han de serlo también, máxime cuando las amenazas transnacionales emanan principalmente de actores no estatales.
En esta misma línea, el director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Félix Sanz Roldán, explicó que las 3.500 personas que trabajan a sus órdenes, descubren nuevos riesgos cada día, que intentan provocar inquietud en los españoles, y se refirió a la necesidad de reforzar la “inteligencia económica y financiera”, habida cuenta de la virulencia con que se están desarrollando los desaforados ataques especulativos. Un nuevo y gigantesco desafío que pilló al CNI “desprevenido y con pocos medios al respecto”.
La línea de seguridad ha dejado de circunscribirse exclusivamente al mero espacio territorial. Además de fronteras, se impone defender infraestructuras, sistema económico, redes informáticas, medio ambiente o libre circulación de la información. La inseguridad económica y financiera, las ciberamenazas, la manipulación, bloqueo o filtración masiva de información engrosan un nuevo catálogo de obligaciones para defendernos del terrorismo, del crimen organizado, de la vulnerabilidad energética, la proliferación de armas de destrucción masiva o los flujos migratorios incontrolados.
Gran parte de los analistas reunidos en Toledo coincidieron también en que el gran nivel de desarrollo de Occidente ha creado sociedades muy temerosas, hipocondríacas ante cualquier síntoma de inseguridad de cualquier tipo, lo que provoca que a menudo los gobiernos se crean en la obligación de sobreactuar ante incidencias que no pasarían de ser meras anomalías, sin atender a medir su verdadera dimensión por miedo a que la opinión pública considere el protocolo de acopio y evaluación científica de datos como una actitud de parálisis.