Artículo publicado originalmente en El Independiente el 29 de Junio de 2018.
Los Veintisiete crearán centros donde se diferencie refugiados de inmigrantes en los países europeos que acepten esta misión
Italia ya no estará sola. Quien llega a Italia, llega a Europa”. Con estas palabras el primer ministro italiano, Giusepee Conte, dio por bueno un acuerdo de mínimos sobre migración alcanzado por el Consejo Europeo. Italia había amenazado con bloquear cualquier compromiso. Los Veintiocho se comprometen a crear centros de acogida en Europa y en plataformas en África donde se distinguirá entre refugiados y emigrantes económicos. La participación en la acogida y en el reparto de refugiados será voluntaria.
Después de 14 horas de debate intenso, animado sobre todo por la obstinación de Italia en que quedará por escrito el compromiso de todos los países a resolver el problema como una cuestión europea,el encuentro de los jefes de Estado y de gobierno sobre migración concluía hacia las 4.30 de la madrugada del viernes. Así lo constataba el presidente del Consejo, Donald Tusk, en su cuenta de Twitter.
Horas antes de la decisiva cumbre, el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, advertía ante un grupo de medios de la Asociación de Periodistas Europeos: “Necesitamos proteger las fronteras. Si no lo hacemos, se pondrá en juego el mercado único y la Unión Europea”. En el mismo sentido, el presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk, señalaba que un fracaso sería “una muestra de debilidad”, algo que daría más aliento a las fuerzas antieuropeas y antipopulistas.
A su vez, la canciller alemana, Angela Merkel, aseguraba ante el Parlamento federal alemán que está en juego “el destino de la Unión Europea”. Merkel aún ha de convencer a sus aliados de la Unión Social Cristiana (CSU) de que el pacto alcanzado es mejor que actuar de forma unilateral para reforzar las fronteras alemanas.
Merkel consigue la promesa verbal de que se contendrá el paso de refugiados de otros países de llegada a Alemania. Confía la canciller en llegar a acuerdos bilaterales para completar este acto de fe comunitario. España recibirá a refugiados procedentes de Alemania a cambio de fondos comunitarios para asistirles. No se ha concretado números.
“En este Consejo Europeo ha nacido una Europa más solidaria”, señalaba el primer ministro italiano, Giuseppe Conte. El ultranacionalista ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, se ha negado a recibir barcos con inmigrantes rescatados en el mar y ha ganado su pulso a la UE. Salvini alude a una presión migratoria, que si bien es cierto que sufrió el sur especialmente en 2015, con la ayuda de Alemania que aceptó más de un millón de refugiados, ahora no se corresponde con la realidad. El flujo ha decrecido en la mayor parte de los países, si bien en España ha aumentado.
El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, que se estrenaba en esta cumbre, reconoció que “no es el mejor acuerdo pero es un acuerdo basado en la perspectiva europea”. España de momento niega que vaya a ser sede de uno de esos centros de acogida y selección de refugiados.
La canciller alemana, Angela Merkel, también reconocía que es “un principio”, pero al menos le da un balón de oxígeno y un respaldo con el que presentarse ante sus aliados de la CSU, que libran una guerra fratricida contra ella con la cuestión migratoria como excusa. De lo que se trata en realidad es de ganar votos a la ultraderecha con vistas a las elecciones en Baviera, bastión propio de la CSU, en las elecciones de octubre.
El acuerdo determina la creación de centros “controlados” por la UE o agencias especializadas como ACNUR donde se separará a quienes sean refugiados, que serán acogidos por países europeos que así lo acepten, a los inmigrantes económicos, que serán devueltos a sus países de origen.
Los centros estarán ubicados en países europeos que voluntariamente lo acepten y los refugiados también serán reubicados en países que así lo acepten. De este modo, se atiende a la demanda de países como Hungría y Polonia, y ahora Italia, que se niegan a que los refugiados entren en sus países.
“En el territorio de la UE, quienes son salvados (del mar), de acuerdo con el Derecho Internacional, deben ser atendidos, sobre la base de un esfuerzo conjunto, mediante su traspaso a centros controlados establecidos en Estados miembros, solo de forma voluntaria, donde un procesamiento rápido y seguro permitiría, con total apoyo de la UE, distinguir entre irregulares y refugiados”, se dice en las conclusiones.
También se avanzará en el plan, expuesto por el propio Donald Tusk en su invitación a los Veintiocho, de establecer plataformas de desembarco en países fuera de la Unión Europea. Se trataría de reproducir el modelo que se puso en práctica en 2015 con Turquía, y en este caso sería con acuerdos con países como Marruecos o Argelia.
En el acuerdo alcanzado son más imprecisos. “El Consejo Europeo pide al Consejo (de la UE) y a la Comisión explorar rápidamente el concepto de las plataformas de desembarco regional, en estrecha cooperación con países terceros relevantes, así como con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y la Organización Internacional para las Migraciones”, señala el texto.
Los Veintiocho no hicieron menciones directas a países, pues esos Estados deben antes dar su consentimiento a la instalación de esas infraestructuras en sus territorios.
Debido al reciente incremento de las llegadas por el Mediterráneo Occidental, los líderes señalan que la Unión Europea “apoyará financieramente y de otras formas todos los esfuerzos de los Estados miembros, especialmente España, y países de origen y tránsito, en particular Marruecos, para prevenir la inmigración ilegal”. España acogió a quienes recogió en el mar el barco Aquarius al que negó el acceso a sus puertos Italia. Sánchez señaló que se trataba de una medida humanitaria excepcional.
A su vez, se van a transferir 500 millones de euros al Fondo fiduciario de emergencia para África. “Para afrontar el fondo del problema de la migración se precisa una asociación con África que se marque como objetivo una transformación socioeconómica sustancial del continente africano fundamentada en los principios y objetivos definidos por los países africanos en su Agenda 2063. La Unión Europea y sus Estados miembros deben estar a la altura de este desafío”, señala el texto de los Veintiocho.
Será tarea de la Presidencia austriaca de la UE, que comienza el 1 de julio, concretar este acuerdo de mínimos. El primer ministro austriaco, Sebastian Kurz, que se ha declarado partidario de reforzar las fronteras europeas, más que las de cada país. De esta manera, se distancia de los postulados de Horst Seehofer, el ministro del Interior alemán, que ha amenazado a la canciller con actuar sobre la frontera alemana, sin hacer caso de la canciller.
La presidencia austriaca, por vía del representante en la UE, Klemens Fischer, afirmaba, en un encuentro con representantes de la AEJ, que “no habrá espectáculo sobre esta cuestión”. Se refirió a más medios para Frontex, renegociar Dublín (asilo en el primer país de llegada) y preservar Schengen. “No es una guerra pero hemos de proteger las fronteras”, concluía.
La guerra la han librado quienes han aprovechado la llegada de inmigrantes, hasta un 95% menor que en 2015, para azuzar el miedo y hacer una política basada en soluciones simplistas. Enfrente tienen a los defensores de la democracia liberal, como la canciller Merkel, que ha recibido el apoyo de Francia y España, para alcanzar algo parecido a un acuerdo, con el que pueda convencer a sus socios de seguir adelante. Italia se muestra vencedora, y lo peor es que Merkel parecía acosada como nunca antes.