Alteza, autoridades, miembros del jurado. Familia y amigos.
Cuando llegué a Bruselas, la UE me parecía tan imprescindible como abstracta, la expresión “comisario europeo” me sonaba a detective y, desde luego, no soñaba con obtener un día el premio de periodismo europeo Salvador de Madariaga. Hoy, Alteza, recibo con enorme alegría ese galardón por mi esfuerzo, según el jurado, en hacer comprensible la política europea. No sé si lo he logrado, pero ese ha sido el principal objetivo de todas mis crónicas.
La tarea se me complicó cuando tuve que empezar a traducir la enrevesada jerga comunitaria al lenguaje de los informativos de televisión. Pero mis compañeros de Cuatro y del desaparecido canal CNN+ me enseñaron desde la primera conexión que el mensaje audiovisual debe ser corto, directo… y muy breve, para que no te griten “corta, corta, corta” por el pinganillo.Tampoco ahora debo extenderme mucho más. Tan solo me gustaría precisar que no me considero un periodista europeísta, sino un europeísta que cuenta las luces y las sombras de las instituciones comunitarias.
Por último, con su permiso, Alteza, quiero recordar a mis colegas de otros medios de comunicación que han pasado y pasan por Bruselas; a mis compañeros en la redacción de Cinco Días y de Cuatro TV. A ellos les debo en gran parte un premio que dedico a mi familia, en particular, a mi madre. Y, por supuesto, a mi compañera Elisa, que es la principal responsable de que esté hoy aquí, porque me tuve que hacer corresponsal para poder seguirla por el mundo. Gracias a todos.