Altezas,
Han pasado treinta años desde aquel día de 1983 en que Rafael Sánchez Ferlosio recibía la primera medalla con la efigie de Francisco Cerecedo que representaba el premio que pretendía perpetuar su recuerdo. Estamos por lo tanto de cumpleaños redondo. Nuestro premio, el premio Francisco Cerecedo, que esta noche nos congrega una vez más en esta velada, alcanza hoy su trigésima edición.
Este dato, que en la Asociación de Periodistas Europeos nos llena de orgullo, es revelador por si sólo – y permítanme que me salte reglas elementales de modestia – de la importancia que en estas tres décadas ha adquirido. Treinta años no son muchas las iniciativas de esta naturaleza que los ven colmados y menos que lo consigan en plenitud de objetivos y de ilusiones para el futuro.
Esto es algo que hay que reconocer y agradecer a los miembros de los jurados que cada año han elegido a los premiados – una nómina admirable –, tarea que, puedo dar fe, no suele ser fácil; al patrocinador, el Banco Bilbao Vizcaya, a cuantos como ustedes nos estimulan cada año con su asistencia en el acto de la entrega, y muy especialmente a los príncipes de Asturias, don Felipe y doña Letizia, que con su presencia le aportan brillantez y acrecientan su relieve.
El premio Francisco Cerecedo fue creado, y en esa línea se mantiene fiel a sus principios, para reconocer los méritos de algunos colegas que en el ejercicio de su actividad profesional han demostrado una dedicación y una capacidad verdaderamente excepcionales. Todos los que integran la lista de los treinta, donde muchos ya son parte de la historia del periodismo español e internacional lo acreditan.
La trigésima edición del premio coincide, no es un secreto para nadie, con un momento difícil para el periodismo: profesionales y empresas sufren de forma muy dura los problemas complejos de cambio de ciclo tecnológico y muy especialmente los derivados de la crisis económica que agobia a nuestra sociedad. Una crisis que reduce las perspectivas de mantener y conseguir un puesto de trabajo y limita con frecuencia la posibilidad de ejercer el oficio plenamente.
Sin embargo es la propia crisis en todas sus variantes, desde la económica hasta la institucional, la que está convirtiendo el trabajo de los periodistas y la función de los medios de comunicación en un servicio cada vez más necesario. La sociedad necesita más que nunca conocer la realidad que está enfrentando, y eso sólo un periodismo serio, riguroso y responsable como el que el premio Francisco Cerecedo reconoce, puede proporcionárselo. Y más cuando desde algunos ámbitos de la vida pública se escamotea con tanta frecuencia la información y los periodistas tienen que realizar un esfuerzo aún superior para poder divulgar la verdad.
Este periodismo serio, riguroso y responsable que nuestra democracia tanto necesita para funcionar de manera satisfactoria, es el que el jurado que se encargó de otorgar el premio – presidido en esta ocasión por José Luís Cuerda — eligió el ejemplo de la calidad y la oportunidad que a diario refleja el trabajo de análisis que realiza en las columnas de El País Xavier Fidal Folch, quien esta noche se incorpora a la excelente nómina de comunicadores que ya lo integran y acreditan.
Xavier Vidal Folch atesora una trayectoria profesional envidiable. Tanto como corresponsal, como responsable de medios, como analista político, económico y social ha demostrado estar en posesión de todas las cualidades que hacer acreedor a un periodista de un reconocimiento como el que nuestro premio encierra. Sus trabajos, bien escritos y excepcionalmente bien fundamentados, suponen una impagable aportación al nivel de conocimiento cotidiano sobre las cuestiones más relevantes de la actividad económica, política y comunitaria de muchos españoles.
Le anticipo en nombre de la Asociación de Periodistas Europeos, que entre otras cosas comparte con él el interés por el proceso de integración europea, nuestra más efusiva felicitación unida a nuestra expresión de orgullo por tenerle en esta lista ya de treinta nombres de maestros de nuestro oficio y de nuestra responsabilidad social que sus colegas en la APE tenemos como referente. Enhorabuena, repito, Xavier.
Termino. Gracias a todos y especialmente a sus altezas. Su compañía es un aliciente más para nuestra determinación de seguir trabajando, como la Asociación de Periodistas Europeos lo viene haciendo desde su creación — hace treinta y dos años — por nuestros objetivos fundacionales: la defensa de la libertad y la democracia, la búsqueda y la difusión de la verdad y, respondiendo a nuestro nombre, por la defensa de esa Europa cada vez más integrada en cuyo futuro creemos por mucho que a veces nos veamos obligados a contemplar con preocupación su presente.
Muchas gracias a todos y disfruten de la velada.