Sean mis primeras palabras de agradecimiento: a la Comunidad de Murcia, por la calidez de su acogida; a la APE, a la representación de la Comisión Europea y a la Oficina del Parlamento Europeo, como convocantes del premio; a Manuel Marín, presidente del jurado, y a todos sus miembros, por su generosidad. Muchas gracias.
Mi felicitación: a Rafael Panadero y a Carlos Franganillo. Este premio nos trasciende y nos obliga a recordar a muchos profesionales que dignifican a diario un oficio en horas bajas. Y un recuerdo personal: en la larga nómina de galardonados de este premio en su vigésima edición, quiero evocar el legado profesional de Xavier Batalla, que nos dejó tempranamente, y que fue para mi un modelo de periodista y de persona.
Permítanme unas breves reflexiones. Cuando inicié mi análisis semanal Café Europa, lo hice como un intento de trazar un relato europeo en un momento en el que la crisis económica era el caldo de cultivo del resurgir de los populismos de signo antieuropeo. Tomé prestada de Steiner aquella Europa de los cafés, ágora de debate y encuentro, y su geografía, modelada a la medida del pie del hombre, que explican nuestros éxitos y tragedias, la cultura y la gastronomía, la arquitectura y la creación literaria…
La mejor receta para preservar la idea de Europa la encontramos en la divisa de su non nata Constitución -“Unida en la diversidad”- y en el concepto mismo de ciudadanía europea, que se añade a la ciudadanía anterior sin sustituirla. Pienso que desde el periodismo podemos contribuir a consolidar ese relato europeo. El premio Salvador de Madariaga, que lleva el nombre de un liberal ilustre y europeo cabal, nos compromete a ello. No les oculto que suscribo las enseñanzas de Madariaga, cuyas Memorias de un federalista son aún una hoja de ruta en el camino que nos resta por recorrer. Unión y libertad, unidad y diversidad; son las coordenadas.
Europa -escribía hace poco- es hoy el escenario de una paradoja sangrante: mientras crece el desapego hacia el ideal europeo entre los ciudadanos del Viejo Continente, desde ambos extremos de la Unión muchas personas llaman desesperadamente a su puerta… Saben, como ha escrito Bernard-Henri Lévy, que “Europa es la patria de lo universal, es decir, de esa posibilidad que se ofrece a los individuos de rebasar la tripe ley de lo nacional, lo natural y lo natal para acceder a una libertad superior no anclada en el suelo, sino en la idea”.
Esa es, en síntesis, mi visión de Europa. Sé que tanto el periodismo como el proyecto europeo están en crisis, pero albergo también la esperanza de que nuestros hijos -la generación Erasmus a la que pertenecen Laura, Guillem y Pau- lideren un nuevo comienzo. Ojalá que los periodistas estemos aún ahí para poder contarlo.
Gracias de nuevo.