Gobernador del Banco de España, exvicepresidente de la Comisión Europea, presidente de la Bolsa de Madrid, presidente de la Asociación de Periodistas Europeos, miembros del Jurado: muchas gracias a los organizadores de este premio y al jurado por haberme hecho merecedora de esta distinción y muchas gracias a todos, amigas y amigos, por acompañarme esta tarde.
Como destacaron mis dos predecesores en este premio, Mariano Guindal y Miguel Ángel Noceda, la mayor satisfacción de recibirlo reside en que es un reconocimiento otorgado por compañeros. También hubiera sido muy elogioso de haber sido otorgado por una organización, pero es que, en este caso, es un jurado integrado por compañeros -bajo la presidencia, eso sí, del exvicepresidente de la CE, Joaquín Almunia– quien lo ha concedido.
Y no menor que esa satisfacción es la que procede de los valores que evoca este premio, que son los de la honradez, rigor, claridad e independencia que caracterizaron al periodista Carlos Humanes, fallecido en noviembre del 2015, que da nombre a este premio.
No conocí en profundidad a Carlos Humanes. Coincidimos en ruedas de prensa y compartimos saludos y comentarios. Pero, aunque no tuve el privilegio de conocerle a fondo, siempre supe que era de esos compañeros de los que valía la pena aprender, por sus conocimientos y por su actitud. Eso se nota enseguida.
Estos días, he recibido mensajes emocionados de algunos amigos míos que fueron colaboradores estrechos de Carlos Humanes. Y, cuando me han relatado cuánto le apreciaban y por qué, he sentido una gran responsabilidad como “depositaria” (si me permitís) de los valores que intenta ensalzar este premio: honradez, rigor, claridad e independencia. Son valores que conectan con algunas de las lecciones del maestro de periodistas Ryszard Kapuscinski. Permitidme que lea una de sus citas, que bien podría ser aplicable a cualquier oficio. Dice así:
“Creo que, para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde el primer momento, en parte de su destino. Es una cualidad que en psicología se denomina “empatía”. Mediante la empatía, se puede comprender el carácter del propio interlocutor y compartir de forma natural y sincera el destino y los problemas de los demás”.
No quiero caer en el buenismo: conozco bien las miserias del oficio. Otro día podemos hablar de ellas. También podemos hablar otro día del periodismo como cuarto poder. Pero creo que los valores que inspiran la figura de Carlos Humanes nos llevan, hoy, a evocar el “deber ser”. Y esto me da pie a compartir con vosotros cómo entiendo yo el ejercicio del “mejor oficio del mundo”, como se refería a él Gabriel García Márquez.
Con sus luces y sus sombras, lo cierto es que para mí el periodismo es una manera de estar en el mundo. Trasciende el oficio. Es una manera de interpelar a la realidad que nos rodea; de levantar la mano para hacerle preguntas a esa realidad; de intentar formular esa pregunta de la manera más pertinente, para evitar una respuesta vaga; de repreguntar; de intentar conectar unas respuestas con otras; de buscar los antecedentes, el contexto; de hallar las consecuencias; de conectar todo ello con los valores que, entiendo, deben regir la convivencia; de profundizar al máximo para intentar saciar la enorme ignorancia de quien nunca se cansa de aprender, yo misma; de compartir con otros compañeros el aprendizaje. Y, finalmente, de intentar destilar todo ello en un ordenado puñado de palabras. Mirar, entender, contar; así entiendo yo este oficio: como una manera de estar y entender la vida.
Sé que, llegado el caso, podría intentar ganarme la vida haciendo otras cosas, pero creo que siempre persistiría la misma manera de estar en el mundo: curiosidad, aprendizaje y la palabra precisa.
Y por eso me alegro de que hoy estéis aquí, acompañándome, muchos y muchas que hemos hecho y seguimos haciendo este camino, compartiendo esta manera de vivir el oficio. Me refiero a los compañeros que trabajamos en los medios, a mis excompañeros de La Gaceta de los Negocios, a mis compañeros de El Periódico de Cataluña, donde no dejo de crecer, a mis colegas de Radio Nacional con quien me encanta colaborar, a quienes desde la Asociación de Periodistas de Información Económica tratamos de mejorar la formación de todos nosotros, también desde la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
Pero también me alegro de compartir este oficio con los compañeros que estáis al otro lado…en el ‘lado oscuro’ -es broma…- y que, me consta, tenéis el mismo sentimiento por la profesión. Y también me refiero a las fuentes, que más o menos, estáis ahí cuando levantamos la mano… Y, por encima de todo, me vais a permitir, me refiero a mi familia, que aguantan esta manera, no sé si obsesiva, de observar la vida. Hay una parte importante de mi familia que hoy está aquí. Pero hay otra parte, que no ha podido por las restricciones de la pandemia, porque están a miles de kilómetros de aquí, o porque ya no están entre nosotros, como es el caso de mi madre. A todos, a los que estáis y a los que no han podido estar, gracias.
Como dice mi gran amigo Mariano Guindal de él mismo, yo también soy una persona con suerte. Cuando conocí que ‘alguien’ había presentado mi candidatura para este premio, tuve una primera tentación de anularla. Después pensé que, en caso de prosperar, tal vez podía ser una ocasión para celebrar con mis amigos y amigas esta pasión por el oficio. La pena son las circunstancias, que nos impiden estar más y tocarnos más.
Muchas gracias, de nuevo, a la Asociación de Periodistas Europeos por haber promovido este premio, con apoyo de BME, el Boletín y la Asociación de Periodistas de Información Económica, y la colaboración de Iberdrola).
Y muchas gracias a todos. Intentaré no fallar.
