Artículo publicado originalmente en El Independiente el 3 de Enero de 2021
«¿Estará a la altura del cargo?», se preguntaban muchos en su propio partido cuando Angela Dorothea Merkel (nacida Kasner en Hamburgo) asumió como canciller de Alemania, el 22 de noviembre de 2005. A los 51 años, se convertía en la primera mujer al frente del gobierno federal.
Nadie vaticinó entonces que superaría los 14 años en el poder de Konrad Adenauer, el primer canciller de la Alemania de la posguerra. Y es probable que también sobrepase el récord de 16 años de quien fuera su mentor, Helmut Kohl. Merkel se ha ganado a pulso un lugar privilegiado en la Historia de Alemania.
Como escribió George Packer en The New Yorker, Merkel supone una triple anomalía entre los líderes alemanes. «Mujer, divorciada (de Ulrich Merkel, de quien adopta el apellido), y sin hijos; científica (doctora en química cuántica) y Ossi«, es decir, producto de un país que ya no existe, la RDA. «Estas cualidades, aunque le hacen ser una outsider en la política alemana, también le han ayudado a impulsar su extraordinario ascenso».
En este 2021 llega a su fin la era Merkel. En su discurso de Año Nuevo, la canciller ha confirmado que será la última vez que se dirija a la nación en estas fechas. Y añadía que «nunca antes habíamos esperado el cambio de año con tanta esperanza» por la crisis del coronavirus y el inicio de las vacunaciones.
Merkel, a sus 66 años, no será ya la candidata de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) en las próximas elecciones de septiembre. La CDU elegirá a su sucesor el 16 de enero en un congreso virtual.
Tres son los aspirantes: el conservador Friedrich Merz; el jefe del gobierno regional de Renania del Norte-Westfalia, Armin Laschet, centrista; y el ex ministro de Medio Ambiente, Norbert Röttgen.
El ministro de Sanidad, Jens Spahn, que compitió antes por el liderazgo, apoya a Laschet. El tapado para la cancillería podría ser el socialcristiano (la CSU y la CDU compiten juntas como la Unión en las elecciones), Markus Söder, jefe del gobierno de Baviera.
Auf Wiedersehen, Mutti
En Alemania, si bien reconocen que van a echar de menos a quien cariñosamente llaman «Mutti«, 16 años en el poder son muchos y creen que ha llegado la hora de empezar una nueva etapa. En Alemania no hay límite de mandatos, así que Merkel incluso podría optar a otro mandato, pero no lo hará.
En Europa el vacío que dejará será enorme. Ha lidiado una crisis tras otra, y ha sabido ejercer un liderazgo tranquilo pero firme. Ha actuado como el muro de contención del populismo y el nacionalismo.
Cuando Angela Merkel juró como canciller, George W. Bush había empezado su segundo mandato, en España gobernaba José Luis Rodríguez Zapatero y en El Vaticano daba sus primeros pasos un alemán, Joseph Ratzinger, conocido como Benedicto XVI, un Papa que tomó años después la insólita decisión de renunciar al trono de San Pedro.
El único líder mundial de relevancia que estaba cuando fue elegida canciller y seguirá en el poder cuando se vaya es Vladimir Putin, con quien ha tenido una relación complicada.
En enero de 2007, Putin recibió a Merkel, que habla ruso, en su dacha de Sochi. A Merkel los perros le imponen respeto desde que le mordió uno en 1995.
Putin dice que quiso ser cariñoso con ella y dejó que pasara a la sala donde estaban reunidos su imponente labrador negro, Koni. Merkel estaba incómoda pero no se quejó ni expresó queja alguna. «Después de todo no come periodistas», comentó la canciller después con sorna. El presidente ruso se disculpó y aseguró que no sabía de su aversión por los canes.
Obama votaría por ella
Merkel ha coincidido con varios presidentes estadounidenses: el republicano Bush hijo, el demócrata Barack Obama, el inclasificable Donald Trump y unos meses estará con el demócrata Joe Biden, a quien ya conoció como vicepresidente de Obama.
En España arrancó con el socialista Zapatero como jefe del gobierno, y luego compartió cumbres con el conservador Mariano Rajoy y con su sucesor, el socialista Pedro Sánchez, a quien la prensa alemana llama «el guapo». Con los tres se ha mostrado empática y cercana.
Tuvo buena relación con George W. Bush y con Obama, pero no con Trump. Mostró siempre gran respeto por los líderes españoles, sea cual fuera su ideología. De Rajoy llegó a decir que tenía «piel de elefante».
En su reciente libro de memorias, Una tierra prometida, Barack Obama se refiere en varias ocasiones a Angela Merkel. No habían empezado con buen pie porque Merkel había puesto objeciones a un discurso en la Puerta de Brandenburgo antes de las elecciones de 2008 por considerarlo electoralista.
«Era célebre su suspicacia ante los arrebatos emocionales o la retórica florida, y su equipo me confesó más tarde que había sido escéptica con respecto a mí precisamente por mis dotes oratorias. No me lo tomé como una ofensa, y pensé que para una líder alemana la aversión a una posible demagogia seguramente era algo muy sano», señala Barack Obama.
Cuanto más conocía a Angela Merkel, más me gustaba; la encontraba sólida, honesta, rigurosa y amable por instinto»
BARACK OBAMA
A Obama le ocurrió con Merkel como a muchos otros dirigentes dentro y fuera de Alemania: poco a poco fue dándose cuenta de la verdadera dimensión de esta excepcional líder. «Cuanto más conocía a Angela Merkel, más me gustaba; la encontraba sólida, honesta, intelectualmente rigurosa y amable por instinto. Pero también tenía un temperamento conservador por no mencionar que era una política con muchas tablas que conocía a sus electores», dice en sus memorias.
Es muy relevante que Obama, poco antes de dejar el cargo, el 17 de noviembre de 2016, visitó por sexta vez Alemania y se vio con Angela Merkel en Berlín. En 2015 la revista Time había nombrado a Angela Merkel «persona del año». Tras la crisis de los refugiados, había sido encumbrada como «la líder del mundo libre». Obama parecía dejarla a cargo en esa visita, donde se mostró como gran admirador de Merkel.
Cuando preguntaron a Obama si creía que Merkel debería optar a la reelección, fue claro: «Si yo fuera alemán, sería su seguidor. Le daría mi voto». Añadió, con sorna, que quizá no fuera algo tan positivo, dado que Hillary Clinton, a quien apoyaba, acababa de perder en las elecciones presidenciales frente a Trump.
Obama revela cómo percibe a Merkel, quien después de de 15 años como canciller y más de 20 en la escena pública sigue siendo un misterio. Es difícil que exteriorice sus emociones. Suele mostrarse imperturbable, algo que contrasta con su fama de persona muy divertida en su círculo más estrecho.
Actuó emocionalmente en gran parte en la crisis de los refugiados, cuando enunció su famosa cita «wir schaffen das» (algo así como una versión alemana del yes, we can), y más recientemente este otoño en el Parlamento alemán cuando dijo que le dolía en el corazón pero que las Navidades no podían ser como otros años, «si no queremos que sean las últimas con los abuelos o nuestros mayores».
Débil físicamente solo se ha mostrado cuando fue víctima de unos extraños temblores en varias ocasiones en público en 2019. Cuando le preguntaron, quitó importancia al asunto, si bien entendió la preocupación por su salud.» Estoy convencida de que de la misma manera que esta reacción hizo su aparición, también volverá a desaparecer», sentenció Merkel. Todo indica que así ha sido.
Es conocida su resistencia, que suele sorprender a los otros líderes en las cumbres europeas. Es capaz de aguantar horas sin dormir y mantenerse alerta hasta del último detalle. Sabe que muchas veces es al final de una reunión cuando se ve la solución o se llega al mínimo común denominador. Suele bromear diciendo que tiene cualidades de camello.
El ‘método Merkel’
Desde hace años la prensa viene hablando del llamado «método Merkel», es decir, de la clave de su éxito. Sería una combinación de férrea determinación, pragmatismo y capacidad analítica.
Como científica, es consciente de que solo por medio de conocimiento de todos los detalles se puede lograr el control de la situación»
CHRISTINA MENDOZA WEBER
Merkel es física, doctorada en química física, y se aproxima a los problemas como si los observara en un microscopio y los diseccionara. A ello se suma una gran capacidad de trabajo. «Mein Leitmotiv: Wer nicht rackert, verdummt!» (mi lema es: si no trabajas duro te vuelves estúpido), dijo Merkel en el 60 aniversario de la CDU en 2005.
«Como científica, Angela Merkel es consciente de que solo por medio del conocimiento de todos los detalles de un proceso se puede lograr el control de la situación», señala Christina Mendoza Weber, coautora de Angela Merkel, la física del poder, la primera biografía en español sobre la canciller alemana.
«De su madre heredó la perseverancia para lograr consenso y hallar compromisos. Gracias a su capacidad de aguante, hasta que no llega a un acuerdo, no sale de las cumbres. Su estilo de liderazgo se caracteriza or trabajar hasta alcanzar ese punto en el que todos pueden estar de acuerdo», añade la autora.
Hija de un pastor luterano y una profesora de inglés y latín, Merkel también es la primera canciller que procede de Alemania del Este, donde se crió y educó, aunque nació en Hamburgo. No entró en política hasta después de la caída del Muro de Berlín, que le pilló en la sauna.
Su forma de gobernar está basada en la austeridad, una eficaz gestión sin estridencias y liderazgo. Sus señas de identidad son las de Alemania»
PILAR REQUENA
«Es un animal político, sin serlo de formación. Llegó a la política en la madurez. Podría haber caído en el SPD o en la CDU, cuando decidió lanzarse a la arena de la política. Fue la CDU la que la pretendió y le abrió la puerta a través del círculo en el que se movía», escribe Pilar Requena, ex corresponsal de RTVE en Berlín, en La potencia reticente. Alemania vista de cerca.
«Su forma de gobernar está basada en la austeridad, una eficaz gestión sin grandes estridencias y el liderazgo. Son, al fin y a la postre, sus señas de identidad, que reflejan a grandes rasgos las de Alemania… Por eso es fácil para los alemanes identificarse con ella», añade la periodista Pilar Requena en el capítulo dedicado a La era Merkel.
La «canciller de las crisis»
En sus más de 15 años de mandato Angela Merkel ha tenido que lidiar con crisis tras crisis. Ha sido una canciller resolutiva, que ha fagocitado a sus socios de gobierno. Ideológicamente es una conservadora liberal, y sabe cómo ocupar el centro político de una manera muy hábil.
Defiende aquello en lo que cree pero si finalmente hay una mayoría en otra posición (matrimonio homosexual, o el salario mínimo) lo acata y acaba haciéndolo suyo, tanto que los éxitos de sus gobiernos de coalición se asocian a su liderazgo, no a quienes propusieron las medidas concretas.
Como afirma Christina Mendoza Weber, será recordada por ser «la canciller de las crisis (financiera, euro, refugiados, coronavirus) y con cada una de ellas se ha crecido y ha sido capaz de reinventarse». Da esa seguridad que tanto aprecian los alemanes.
En la crisis financiera defendió a ultranza, junto con su entonces ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, imponer medidas estrictas a las economías que había que salvar, como la griega o la española.
Años más tarde, con la crisis del coronavirus, reconoce que aquello fue excesivo y que ahora se necesita más solidaridad y por ello ha defendido la mutualización de la deuda en la Unión Europea por primera vez. También es cierto que le ayuda el hecho de no presentarse más a elecciones en su país.
Mendoza Weber destaca como hitos de la trayectoria de Merkel su giro a la política energética y medioambiental en Alemania, como consecuencia de desastre nuclear de Fukushima, en 2011.
«En ese momento decidió el abandono de la energía nuclear para el año 2022. Ese viraje puso en evidencia una de sus cualidades: Merkel es pragmática. Desde pequeña aprendió a hallar la oportunidad que se esconde en la cara adversa de cada obstáculo. Por eso adopta temas de otro partidos, como en este caso el del medio ambiente», afirma la coautora de Angela Merkel, la física del poder.
Su frase ‘wir schaffen das’ marca su política de apertura hacia los refugiados… Desde pequeña aprendió a ‘ponerse en los zapatos del otro’»
CHRISTINA MENDOZA WEBER
Otro de los momentos clave de su trayectoria lo vivió en 2015, cuando en el verano golpeaban a las puertas de Europa cientos de miles de refugiados procedentes de Siria, sobre todo, y también de Afganistán. «Su frase ‘wir schaffen das‘ (podemos con esto) marca su política de apertura hacia los refugiados. Utilizó su poder para salvar vidas… Desde pequeña aprendió a ‘ponerse en los zapatos del otro’», dice esta periodista de origen colombiano, afincada en Berlín.
Es cierto que esa medida de Merkel de abrir las puertas de Alemania a un millón de refugiados fue la ocasión que estaba buscando la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD) para ganar votantes a la derecha de la CDU con un discurso anti inmigración. En las elecciones al Parlamento federal la AfD entró con fuerza en el Parlamento federal: cuenta con 94 diputados y ya tiene representación en todos los Länder.
El año más difícil y el más esperanzador
En el segundo semestre de 2020, con Alemania al frente de la UE, su habilidad y pragmatismo han sido clave para que saliera adelante el fondo de recuperación, venciendo a última hora la resistencia de Hungría y Polonia, por vincularlo al cumplimiento del estado de Derecho.
También ha influido para que el acuerdo comercial sobre el Brexit llegara a buen puerto al acordar con Macron que todo el peso lo llevaría la Comisión Europea, presidida por la alemana Ursula von der Leyen, que fue su ministra de Defensa. Merkel y Macron se pusieron de acuerdo para no contestar al teléfono al británico Boris Johnson en los últimos días de la negociación.
En algunos momentos se pensó que quizá no acabara su último mandato, sobre todo, después de sufrir los temblores en 2019. Entonces se hablaba del ocaso de la canciller (Merkeldämmerung). Sin embargo, la crisis del coronavirus, que estalló en Europa entre febrero y marzo de 2020, volvió a mostrar su capacidad de liderazgo. «Esto va en serio, tómenselo en serio», dijo Merkel en una rueda de prensa.
Sus explicaciones sobre la importancia de controlar la tasa de contagio por debajo de 1 trasladaron a los alemanes un mensaje de solvencia. En todo momento ha sido muy clara a la hora de reconocer la extraordinaria gravedad de la situación. Ni siquiera cuando los datos eran más favorables a Alemania fue triunfalista. Ahora no lo son, y sigue siendo muy clara.
En una reciente intervención en el Parlamento, la canciller rogó a los alemanes que renunciaran a las Navidades convencionales. «Hay que evitar los contactos si queremos volver a vivir otras Navidades con nuestros mayores», dijo emocionada, entre aplausos.
Nunca antes en los últimos 15 años hemos sentido que dejábamos atrás un año tan difícil. Nunca antes habíamos encarado un nuevo año con tanta esperanza»
ANGELA MERKEL
En su último mensaje de fin de año, el coronavirus fue protagonista. «2020, el año del virus. Ha sido el año del aprendizaje… La pandemia del coronavirus ha sido y es un desafío político, económico, social. Es una crisis histórica».
A su manera, se despidió de los alemanes, a quienes recordó que no iba a presentarse a las próximas elecciones de septiembre de 2021. «No exagero si digo que nunca antes en los últimos 15 años hemos sentido que dejábamos atrás un año tan difícil y nunca antes habíamos encarado el nuevo año, pese a las preocupaciones y el escepticismo, el Año Nuevo con tanta esperanza».
Un legado que traspasa fronteras
¿Cómo recordaremos a Merkel? Según Matthew Qvortrup, autor de Angela Merkel, la líder más influyente de Europa, «como una líder tranquila que fue subestimada, como una líder que ha defendido los hechos en un momento en que el populismo está en auge. Y su enfoque calmado ha demostrado su eficacia». El completo perfil que elaboró The New Yorker en 2014 se titulaba así, «la alemana tranquila».
Según Qvortrup, ha cosechado muchos éxitos. «Probablemente el mayor ha sido salvar la eurozona, pero su respuesta a la crisis en 2008 fue también extraordinaria. Y, aunque aún no hemos superado esta crisis del coronavirus, también ha desempeñado un papel decisivo. A su vez, fue quien respondió de forma contundente a la invasión rusa de Crimea».
Será recordada como una líder que ha defendido los hechos en un momento en que estaba en auge el populismo»
MATTHEW QVORTRUP
Cuando ha errado, como en los primeros días de la crisis de los refugiados o en esta última crisis del coronavirus, su talento es que sabe rectificar, señala el autor de una de sus biografías más conocidas.
A juicio de Christina Mendoza, «en Alemania y en el mundo va a ser considerada como una de las figuras más trascendentes de la política contemporánea por encarnar el liderazgo de Alemania en el ámbito internacional, promover la integración europea y el multilateralismo frente al nacionalismo y el proteccionismo».
¿Qué hará después de ser canciller?
Difícil imaginar el mundo sin Merkel al frente de Alemania. Tampoco resulta fácil saber a qué se va a dedicar. Alguna vez ha bromeado con que le gustaría poder hacer el desayuno y disfrutarlo con su marido, Joachim Sauer, catedrático de Química Cuántica. Comparten pasión por la ópera y las pocas veces que se les veía juntos en público era en el Festival de Bayreuth.
Según la periodista Pilar Requena, tendrá más tiempo libre para disfrutar de su casa en Templin, la ópera, el senderismo y los viajes, junto a su marido.
«Estoy convencida de que seguirá ayudando allá donde considere que puede ser útil en negociaciones bien a nivel europeo o mundial y asesorará allí donde haga falta. Tampoco sería de extrañar que fuera nombrada para algún cargo simbólico pero de alcance moral de Naciones Unidas o de la Unión Europea. Además, en su partido seguirá como presidenta de honor e igual alguien se plantea que sea la próxima presidenta de Alemania. Sería la primera mujer presidenta», afirma Requena. El actual presidente alemán es el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier.
Christina Mendoza Weber cree, según la investigación realizada para su libro, La física del poder que hará lo posible por visitar las distintas universidades que le han otorgado el titulo de doctora honoris causa (entre tanto son 17) en todo el mundo. «Así cumpliría de alguna manera uno de sus sueños, el de dedicarse a la docencia, porque Merkel quiso estudiar pedagogía y ser maestra como su madre, pero al ver la suerte que corrió su madre que nunca pudo ejercer en la RDA optó por la ciencia. Tampoco quería difundir la doctrina socialista».
Quizá siga los pasos de su admirado Alexander von Humboldt y recorra el mundo de una forma más pausada a cómo lo ha hecho hasta ahora. Si desaparece una temporada, probablemente esté en plena naturaleza. Como Humboldt, Merkel sabe que «la libertad está en las montañas».