Discurso de Suso del Toro en la entrega del XXII Premio de Periodismo «Francisco Cerecedo»

A Cuco Cerecedo le dolió ver aquella España con el cuerpo amputado y dolorido aún por la guerra y encerrada en una dictadura que lo controlaba o prohibía todo, sobre todo la palabra, y para decir a los demás lo que veía recurrió, como Larra, a la ironía. El periodismo de Cuco, tan irónico que a veces era descacharrante, estaba comprometido hondamente con un propósito moralizador. Pretendía abrirnos los ojos, y lo hacía del modo más inteligente.
Juan José Millás comparte esa pasión moral de quienes se duelen de lo que les rodea, pero Millás no se atreve a moralizar porque no tiene una lección que dar, y confiesa su confusión. Al escritor en el periódico Juan José Millás la realidad le parece siempre una cosa curiosa, muchas veces cómica, pero lo ve todo con extrañeza. No se atreve a darnos una explicación, mucho menos una proposición. Su mirada a lo que le rodea encuentra a veces lo social, e incluso la política, y seguro que nadie desea ser objeto de la ironía zumbona con que trata lo que le desagrada, una ironía al servicio de una sinceridad implacable y desarmante, la ironía de alguien que no se atreve a decirnos claramente que exista el bien o qué aspecto tenga pero que denuncia los mil rostros del mal o de la mezquindad. La eficacia de esa ironía es segura porque habla desde una percepción particular, personal; aunque toma partido nunca es partidista. Su voz nunca es faccional, es la de alguien que escribe en soledad. Nadie más con él en ese momento.

Y esa mirada del que pasa por la vida diaria con cara de pasmo, esa mirada de transeúnte extrañado, es precisamente el signo del escritor literario. Lo que Millás hace en la hoja del diario es lo que otros, y él mismo en otras ocasiones, hacen en páginas de libro. Millás es un escritor periodístico, también, pero en realidad solamente sabe ser escritor literario. Como periodista hace su trabajo, reaccionar ante la vida que pasa delante, pero lo hace como puede, como el escritor que transforma a las personas y las vidas, la vida, en palabras. Y luego le da vueltas a las palabras, las saborea. Y entonces se realiza completamente el trabajo literario: que las cosas cotidianas, que vivimos como algo ordinario, recuperan el brillo mágico que les es propio y se vuelvan extraordinarias.

Lo que Juan José Millás escribe en diferentes periódicos aspira muy bien al máximo reconocimiento literario, este jurado aquí le reconoce ahora su excelente periodismo. Es solo periodismo, pero nos gusta.

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