Buenas tardes… representantes de las asociaciones y organizaciones profesionales de periodistas, representantes de los medios de comunicación, informadores, señoras y señores, amigos y amigas.
Sean mis primeras palabras para felicitar a Carlos Luis Álvarez, “Cándido”, porque el reconocimiento que hoy le tributamos, lo hacemos en nombre de la opinión pública española, que él ha cultivado a lo largo de varias décadas, y también, en nombre de los jóvenes que se han incorporado a la actividad periodística, de la mano de la libertad de expresión.
Su pasión informativa se ha conducido por una senda periodística e intelectual, intensa y modélica, que hoy reconoce también el Gobierno con la concesión de la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil. Sus libros y trabajos periodísticos son sobradamente conocidos y apreciados, dentro y fuera de nuestro de país. Y en su Oviedo natal, donde lo nombraron ya hace tiempo hijo predilecto.
Cándido siempre ha sentido su tierra, como nos recuerda en el siguiente pasaje: “Amo las montañas y los valles, el paisaje de mi infancia. La primera vez que salí de Asturias fue a los 13 años, para estudiar en Madrid. Al despertarme en el vagón de tercera y mirar por la ventanilla ví la llanura de Castilla y se me encogió el corazón. Nunca había visto tan lejos. Me sentí abandonado, era como una pérdida del centro, como un desasimiento. Abandonaba entonces la posguerra asturiana para ingresar en la posguerra de Madrid”.
Y en esa posguerra madrileña Cándido estudia en la Escuela de Periodismo. Más tarde, inicia su carrera profesional en el diario “ABC”. Será en éste periódico, donde comienza a utilizar el pseudónimo de “Cándido”.
La información municipal fue su primera tarea y, desde las páginas locales, desliza críticas veladas a la España de los años cincuenta y sesenta. Su actividad lo conduce a varios continentes y multitud de países. La India imprimirá una influencia en su recorrido periodístico, como reportero y narrador de la actualidad internacional. Cándido es un europeísta convencido.
Su trayectoria profesional, como he afirmado antes, es intensa y modélica, pero también es diversa y comprometida, como lo prueba su palmarés de premios periodísticos, entre los que se encuentran los más prestigiosos de Europa y España. Sus colaboraciones fueron muy apreciadas en publicaciones ya desaparecidas como “Arriba”, “Pueblo” o “La Codorniz”, así como en las revistas “Interviú” y “Tiempo”, y en “El periódico de Cataluña”.
El viejo maestro Haro Tecglen lo describió, y dijo de él, que tiene “una cultura, un conocimiento sagrado de clásicos y modernos –los romanos o los asturianos- Cicerón o Pérez de Ayala, un giro latino, una lectura particular y misteriosa de lo sagrado, un fondo milenario de sefardita, y escribía con todo ello. Es uno de esos periodistas que estaban por encima de los periódicos, lo cual no es muy afortunado para hacer dinero ni casi para sobrevivir. Derrocha, incluso, cultura…”.
Creo que “Cándido” también ha derrochado compromiso con los procesos informativos, así como con la actividad y la profesión periodística en España. Y con el uso del español, un patrimonio que relanzamos hoy en el mundo, a través del Instituto Cervantes.
Considero una satisfacción el haberte impuesto la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, en nombre de todos aquellos que pensamos que has mantenido siempre atentos e íntegros los cinco sentidos del periodista, como afirma Kapuscinski, “el estar, ver, oír, compartir y pensar”.
Mi más sincera enhorabuena, en nombre de la sociedad española y del Gobierno, por tu compromiso periodístico y por la ecuanimidad que siempre has mantenido.
Muchas gracias.