¿Por qué Juaristi?
Quizás el momento más crucial y honesto en la vida de un escritor es cuando se plantea si vale la pena seguir escribiendo. Karl Kraus vivió ese dramático dilema en la llamada primera guerra mundial y murmuró con dolor: «Hay que dar un paso adelante y callarse». Lo cuenta muy bien Elías Canetti cuando se sintió atenazado por una tensión semejante, esta vez en la llamada segunda guerra mundial. Para qué escribir, se preguntó, cuando hablan las armas.
Canetti, como lo haría al cabo Kraus, decidió que pese a todo había que escribir. Escribir más que nunca. El lenguaje atroz de las armas, reflexionó Canetti, tenía su origen en ideas y escritos cargados de odio. Había entonces que escribir para rebatir y desarmar ese lenguaje atroz.
No es difícil imaginar a Jon Juaristi viviendo esa encrucijada en la soledad de un escritorio, envuelto en la niebla de un cigarro que invita al exilio de la fantasía, preguntándose si valía la pena escribir ante el paisaje estéril del odio. Y podemos imaginar cómo Jon Juaristi vuelve la vista hacia el papel y decide que, pese a todo, hay que escribir. Escribir más que nunca. Escribir, como diría el poeta portugués Herberto Helder, apostando a cabeça. Conjurar el lenguaje del odio y el terror con la mejor madera de la humanidad: la que tiene de ancho la verdad y de largo la libertad. La libertad es la más valiosa invención del ser humano y tiene una cualidad innata: sólo existe cuando se ejerce. Incluso cuando trata de hacerse con ella una abstracción o una moneda falsa, es difícil despojarla de su aura, como si la misma palabra, al decirla, evocara un sentido inconfundible. La reconocemos de verdad cuando se encarna en un ser próximo, con rostro, nombre y huellas. Es decir, con obra. Porque estamos hablando de una construcción laboriosa de la inteligencia y de la sensibilidad, que se sobrepone a la inclemencia y a la suspensión de las conciencias. De eso hablamos cuando hablamos de Jon Juaristi y de su obra.
Hablamos del ensayista e investigador con una mirada desveladora sobre la Historia, tan útil para entender y afrontar el presente.
Hablamos del escritor que devuelve a la poesía su sentido ecológico, de manifiesto incondicional suscrito por el partido de la vida.
En esta ocasión, por la propia naturaleza del premio, el jurado del «Cuco Cerecedo» ha querido reconocer especialmente las aportaciones de Jon Juaristi en el campo del periodismo de opinión.
En tiempos donde la condición del intelectual tiene con frecuencia el perfil de una fantasmagoría, Jon Juaristi nos demuestra que el escribir, incluso el escribir en prensa, sirve para algo. Cuando se hace desde la pasión por la libertad, desde la inteligencia valerosa, puede servir para mucho.
Mas que premiarte, Jon, te damos las gracias.