Discurso de José Antonio Novais en la entrega del III Premio de Periodismo «Francisco Cerecedo»

Discurso de José Antonio Novais

Excelentísimo señor Presidente del Gobierno, señores patrocinadores, señor presidente del jurado, señor presidente de la Asociación de Periodistas Europeos, señoras y señores. Quiero, ante todo, expresarles la emoción que me embarga por haber recaído en mí la concesión de este premio. Premio, para mí doblemente valioso, por llevar el nombre de un gran periodista y entrañable amigo, Francisco Cerecedo. A Cuco Cerecedo, la mayor parte de ustedes le han conocido o leído. Muchos eran sus amigos. Y cómo no. Lo verdaderamente difícil era no ser amigo suyo. Los que lo éramos sabemos del fino humor de Cuco, de su gracia galaica.

Los que compartíamos su profesión, es decir sus colegas, quizá fuéramos los que más le admirábamos. Cuco era el profesional que no se arredraba. Con una sutil sonrisa, siempre dispuesto a contar la verdad por mucho peligro que entrañara.

Se ha dicho que Cuco era el periodista de las causas perdidas. ¿Es esto verdad? Pues sí y no. Cuco, para mí y otros muchos, era el periodista de las causas justas. Sin importarle gran cosa el poder o la fuerza del adversario con el que tenía que enfrentarse. Cuco no era un Quijote de la pluma. No tomaba los molinos por gigantes. Simplemente describía. Cuando molino, molino; cuando gigante, gigante. Y entre estas lides de aire y carne, Cuco introducía la palabra exacta que molestaba a ambos contrincantes. Francisco Cerecedo era un periodista. Nunca quiso ser otra cosa. Ni se tuvo por filósofo ni ideólogo. Como todos nosotros era simplemente periodista. Por lo tanto persona conflictiva e incordiante.

En segundo lugar quiero agradecer al jurado. Y no sólo por la concesión de galardón tan preciado. Sino también por su fino discernimiento. El jurado me conoce bien. Sabe, por lo tanto, que yo soy un periodista militante.

Si ante una dictadura el periodista está obligado a ser beligerante y a ayudar con su arma: –la pluma– al derroque de la misma, no comprendo por qué en un regimen de libertades el periodista tiene que autocastrarse políticamente.

Así, creo yo, lo ha entendido el jurado. Ser un periodista militante no quiere decir no ser un periodista objetivo o tener que seguir consignas en su trabajo. Malo sería el partido político que así lo creyera y peor el lector que así lo entendiera.

La Asociación de Periodistas Europeos ha dado el año pasado un ciclo de Conferencias sobre los grandes periodistas olvidados. Todos fueron grandes periodistas, todos fueron excelentes militantes.

Se oye mucho decir que el periodista tiene que hacer voto de castidad política. ¿Por qué? Nadie ha dado una explicación a tal axioma. Y si profundizamos un poco en la frase, vemos que es una frase reaccionaria. En el fondo se nos pide que el periodista sea un muñeco de plastilina abierto a toda clase de manipulaciones.

Y eso, no. Por lo menos yo no estoy dispuesto.

No soy yo la persona más indicada para cantar los hechos de la Asociación de Periodistas Europeos. Reciba su Presidente Carlos Luis Álvarez, amigo de tantos años y compañero de promoción en la Escuela Oficial de Periodismo, mis parabienes y deseos de felicidad para todos sus socios.

Y a ustedes, señoras y señores, compañeros y colegas, que han acudido a esta cena que se celebra en mi honor. Darles mis más sinceras gracias.

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