Me di cuenta de su originalidad, parecida a una soledad, hace muchos años, cuando él era muy joven mediante el dominio de las imágenes con sentido, que remueven grandes porciones de realidad existencial, Andrés Rábago nos incita ya con desesperación a la esperanza simplemente expresando su subjetividad. No creo que su humor proceda del humor inglés, Swif o Sterne, por ejemplo, sino que nace de la vena más sombría de Quevedo.
En cuanto observador de hoy yo veo en Rábago, cuando dibuja situaciones y costumbres, una comprensión afilada, un desdén nietzscheano hacia la impostura, la vanidad y la codicia y una recatada acentuación de la piedad con los desvalidos y oprimidos.
Esa perseverante visión humana, cuyo antecedente más próximo es Chumy-Chúmez, también distinguido con el premio «Cerecedo», fue lo que inclinó al jurado a distinguirle. Es también un pintor notable, como el propio Chumy-Chúmez, y eso añade a sus pasquines dibujados una calidad que redobla en efecto.
No me gusta la malignidad completa, sin misericordia, pero aún en esos instantes excepcionales en que mi gusto personal desfallece, el genio pugnaz de «El Roto» es de una originalidad objetivamente reconocible.
(extracto)