«¿Cómo se puede seguir siendo europeísta con la que está cayendo?». Ésta es la pregunta que me hicieron en una comida con un grupo de amigos a los pocos días de anunciarse este premio. La pregunta, por desgracia, empieza a ser habitual y responderla no es fácil. Yo di una serie de argumentos quizá conocidos, pero en los que hay que insistir siempre que se pueda, por ejemplo:
– Que por muchos problemas que tenga y mejoras que necesite, la Unión sigue siendo nuestra mejor opción para estar en el mundo.
– Que esta crisis no la ha creado Europa, aunque seguramente sí que ha sacado a la luz muchas carencias que teníamos
– O que no se debe echar la culpa a Europa de todo lo malo que nos está pasando, como han hecho muchos políticos nacionales en estos años, porque la política europea también la construyen esos mismos políticos y sus partidos, y cada vez de un forma más clara, directa y transparente.
Creo que les convencí, pero me quedé con la sensación de que me faltó una frase concluyente, un buen remate. Me faltó quizá decir lo que una semana después escuché en una mesa redonda sobre las elecciones europeas a Miguel Ángel Aguilar: «Toda realidad que se ignora, prepara su venganza». La frase es de Ortega y Gasset, compañero precisamente de Salvador de Madariaga en ese grupo de la Generación del 14, del que se cumple este año el centenario
El jurado ha tenido la generosidad de reconocer con este premio el enfoque europeísta que intentamos tener en la Cadena SER, algo que en el fondo no es más que intentar hacer caso a Ortega, intentar evitar esa venganza que seguro nos llegará como ignoremos, o como no entendamos la realidad europea.
Y eso, que se entienda Europa, es la responsabilidad que debemos asumir los que hemos elegido este oficio y trabajamos en asuntos relacionados con la Unión. No es fácil primero porque la Unión Europea no es fácil, y segundo porque el oficio no pasa por un buen momento. Son tiempos de EREs, de recortes difícilmente justificables. Tiempos en los que a menudo los criterios estrictamente empresariales se imponen sobre los criterios informativos, sobre el contenido, que debería seguir siendo siempre el centro de nuestro trabajo. Y a veces cuesta seguir.
Por eso agradezco al jurado este premio, que me va a ayudar a mantener la ilusión y el compromiso con Europa, y que es también un reconocimiento a todos los que en la Cadena SER compartimos ese compromiso. Entre ellos, me gustaría mencionar en especial a dos grandes compañeros, que además ya han recibido en años anteriores el Madariaga: José María Patiño, jefe de redacción; y Griselda Pastor, corresponsal en Bruselas.
Espero, con su ayuda, seguir peleando por entender y por hacer que se entienda Europa en la radio, un medio al que me hizo adicto, creo que sin saberlo mi madre, que cuando yo era niño andaba siempre por casa con un transistor colgado de la mano. Un medio al que le debo el haber conocido a mi mujer, Cristina. Un medio del que espero que dentro de unos años, pese a todo, puedan seguir disfrutando, aunque usen tabletas y dispositivos móviles en lugar del transistor que usaba su abuela, mis hijos: Nacho, que ahora tiene 21 meses; y Daniel, que con menos de un mes, con 24 días, quizá se esté convirtiendo hoy en el europeísta más joven en asistir a la entrega de un Premio Salvador de Madariaga. Ojalá ellos nunca tengan que responder a la pregunta de «cómo se puede seguir siendo europeísta con la que está cayendo».
Muchas gracias