Majestades. Autoridades. Gentes del oficio y amables asistentes en general.
Son días singulares. Los días singulares sirven para revelar, supone uno, lo que de forma invisible sucede en los normales. El denuedo con el que intentamos que la realidad quepa en la horma que nos haga mejor servicio; todo lo demás nos sobra. Si una vez el periodismo fue el arte menor de contar lo que pasaba con un día o dos de retraso, hoy a menudo deviene —las prisas e instrucciones mandan— en el de anticiparlo, si no en el de provocarlo. Quizá sea nuestro sino el de gustarnos, el de elegir de lo que pasa lo que se quiera que pase. El de flotar sobre la humana condición para señalar al otro —que tan a menudo es uno mismo— y desoír cuanto nos es molesto. ¿Todos? ¡No! No toda la Galia ha sido ocupada. Una aldea poblada por irreductibles plumillas, relatores, fotógrafos, resiste, todavía y siempre, al invasor.
El Premio Francisco Cerecedo pretende, precisamente, honrar la labor de los más recalcitrantes galos, que suelen ser también los inconquistables. Los que sobreviven a años de consejos y benévolas sugerencias. A tanta amabilidad. Los que con su rigor impugnan el sesgo ajeno y hacen lo posible por contar las cosas si no como suceden, al menos como las ven. Carlos Franganillo, asturiano bueno, valga la redundancia, es, bajo cualquier techo, ejemplo de constancia y buen trabajo, de renuncia a la estridencia y al sueño, de capacidad no de invención, sino de innovación. Deshace con su calma, parca en adjetivos, la pared del estudio, que para el espectador ya no existe, y la cruza cuando hace falta para plantarse donde las cosas son, con peor peinado que a cubierto, pero con el mismo empeño de contar no sólo cuanto sabe o supone, sino cuanto sus ojos ven. Es, pues, Carlos Franganillo justo portador de esta antorcha que la Asociación de Periodistas Europeos trata de mantener prendida cada año para acaso iluminar, entre tanto viento y tanta noche, a los marineros vulnerables que vagan dentro y fuera de la profesión.
Enhorabuena a Carlos Franganillo por el Cuco Cerecedo y enhorabuena al Cuco Cerecedo por Carlos Franganillo.
Felicidades, Carlos. Y gracias.