Artículo publicado por Pedro González en El Debate de Hoy el 17 de Noviembre 2017
El coronel y experto estratega Pedro Baños se adentra en las incógnitas de estos juegos de dominio entre países y desvela las claves y trucos del poder mundial, que son unas eficaces reglas universales para conseguir nuestros objetivos manipulando al adversario. Una guerra permanente que se libra en el ciberespacio.
Así se domina el mundo. Una nueva guerra mundial no es imposible. De momento, la pugna entre las grandes potencias se está librando a través de las llamadas “guerras híbridas”. En ellas se combinan coacciones económicas, desinformación, terrorismo, actividad criminal y subversión para provocar desórdenes civiles y confrontaciones localizadas. Es la guerra permanente, sobre todo la virtual, la que se está librando sin cuartel en el ciberespacio.
Esta es una de las conclusiones que arroja el libro Así se domina el mundo (Ed. Ariel), en el que el coronel Pedro Baños disecciona la geopolítica universal y desvela las claves de muchos de los grandes conflictos. Una obra que va directa a las verdaderas causas de los sangrientos choques que han asolado a la humanidad, al tiempo que muestra las raíces de los enfrentamientos que con toda probabilidad jalonarán el siglo XXI.
Baños vuelca en este libro, destinado a ser un clásico de la geopolítica, su enorme experiencia como militar en misiones internacionales (UNPROFOR, SFOR y EUFOR) y, como analista e investigador, exjefe de Contrainteligencia y Seguridad del Cuerpo de Ejército Europeo. Así, desgrana breve pero contundentemente cada episodio para describir los motivos reales por los que se desencadenó una guerra. Todos esos estudios le llevan a una conclusión común: la economía es la verdadera madre de todas las convulsiones que en el mundo han sido… y serán. Lo explica con multitud de ejemplos, desconocidos del gran público en muchos casos. Cada uno de ellos puede convertirse a su vez en un nuevo tomo de investigación sobre todos los hitos que han jalonado el turbulento pasado y el candente presente de la humanidad.
Espigando entre las decenas de esos episodios, recuerda que el magnate del petróleo anglo-holandés Henri Deterding fue mecenas de Hitler, al que impulsó tanto al poder como a que invadiera Rusia. Como gran patrón del grupo Royal Dutch/Shell, quería vengarse porque el régimen comunista soviético se había apropiado de las ricas explotaciones de petróleo de la Shell en Azerbaiyán. Aquella decisión sería determinante en el fin del III Reich.
Asimismo, relata en Así se domina el mundo cómo la norteamericana Texaco influyó decisivamente en la Guerra Civil española al facilitar al general Franco todo el petróleo que necesitara. Al término de la contienda, Texaco no solo se cobró con intereses los más de seis millones de dólares de la época a que ascendía la deuda, sino que también obtuvo el monopolio de la venta de petróleo en España durante unos cuantos años. La compañía americana aspiraba en su estrategia a cortar el flujo de petróleo ruso a España, que hubiera permanecido abierto de haber triunfado la República.
España estorbaba en Cuba y Filipinas
Si España perdió lo que quedaba de su imperio en 1898 no fue únicamente porque la Casa Blanca quisiera vengarse por el estallido del acorazado Maine, sino que respondía a una estrategia diseñada por Estados Unidos y su sexto presidente, John Quincy Adams, desde más de medio siglo antes. El control por España del canal de Florida y de las Filipinas en el sudeste asiático constituía un obstáculo a eliminar, como así sucedió, en la expansión comercial y económica de la emergente potencia norteamericana.
Cuando nos acercamos más al presente, Baños afirma en Así se domina el mundo que, al teóricamente miserable Afganistán, han vuelto con más fuerza si cabe las tropas norteamericanas. Le llama poderosamente la atención que el país haya multiplicado su producción de opio, que había sido considerablemente rebajada por los talibanes durante su dominio del país, por señalarlo contrario al Islam. La causa de este nuevo repunte del opio estaría en la firme oposición de los productores de algodón norteamericanos a que su cultivo fuera el sustitutivo de la adormidera. Así lo recomendaba un informe del Pentágono, ante lo que los algodoneros de Georgia, Alabama o Misisipí se rebelaron por considerar que la competencia de un algodón afgano de gran calidad y muy barato podría llevarlos a la ruina.
Varios estudios e informes de los servicios de inteligencia demostrarían también que el subsuelo de Afganistán es una gigantesca despensa de minerales, algunos de ellos considerados estratégicos: oro, cobre, hierro, cobalto, tierras raras, litio, cromo, plomo, zinc, berilio, fluorita, niobio y uranio. No es, pues, extraño que el presidente Donald Trump afirmara a mediados de este año que “China está haciendo dinero en Afganistán con los minerales raros mientras que Estados Unidos hace la guerra”.
Oriente Medio, más caliente que nunca
El autor considera, no obstante, que Oriente Medio ha vuelto a recalentarse a consecuencia de un reequilibrio de poder. Asiente a la posibilidad de que Líbano sea el inminente escenario de confrontación bélica entre Irán y Arabia Saudí, contando esta con la aquiescencia de Israel, que en absoluto tolerará la expansión, ya consolidada de facto en Iraq y Siria, del régimen de los ayatolás.
A juicio de Pedro Baños en Así se domina el mundo, Corea podría ser asimismo el próximo escenario en el que chinos y norteamericanos diriman su supremacía. Revela que Pekín, el actual mayor importador de petróleo del mundo, está preparando un nuevo formato de contrato para las transacciones del crudo en el que se emplee el yuan, el cual sería totalmente convertible en oro en las bolsas de Shanghai y Hong Kong. De materializarse, daría lugar a la principal referencia del mercado del petróleo asiático, permitiendo a los exportadores de crudo sortear las referencias dominadas por el dólar. Cuando se le inquiere sobre si Estados Unidos lo permitirá, Baños lo niega categóricamente. “Será uno de los motivos más agudos de fricción entre ambas potencias”, asegura.
Detrás, además, de la protección que China presta a Corea del Norte estaría también la existencia en el país regido por Kim Jong-un de enormes yacimientos de minerales. Solo de tierras raras, Pyongyang dispondría de las dos terceras partes de las reservas totales del mundo.
La guerra en el espacio exterior
Nuestro planeta se queda pequeño y la carrera espacial, lejos de haberse detenido, está más en auge que nunca, destinada no solo a descubrir el origen del Universo sino, a más corto plazo, a proveerse de materias primas. Pekín ha entrado en esa competición, con ánimo de hacerse con gran parte de las que parecen existir en la Luna. De todas, la que más atrae a Pekín es la presencia confirmada de ingentes cantidades de helio-3 a ras de suelo. Este isótopo no radiactivo está considerado como la futura principal fuente de producción de energía mediante la fusión nuclear. Las cinco toneladas, que se calcula podrían extraerse sin demasiado trabajo de la superficie lunar explorada, equivaldrían a 50.000 veces la energía eléctrica que se consume anualmente en todo el mundo.
Como todo libro que analiza hechos y datos, este sitúa a la familia Rothschild como la más poderosa e influyente del mundo, con una fortuna real de dos billones de dólares, que escribe en número (2.000.000.000.000), muy por delante de los Gates, Zuckerberg u Ortega. O, lo que es lo mismo, casi el volumen de capitalización bursátil de las llamadas Gafam (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft) o apenas un poco menos del PIB del Reino Unido.
Con hechos y datos también derriba mitos sobre consagrados pacifistas, como por ejemplo Mahatma Gandhi. El líder hindú espoleó la primera guerra entre India y Pakistán (1947-1948), tras examinar los informes, ver las cifras y llegar a la conclusión de que una conflagración con el país vecino sería menos costosa que la carga económica de hacer frente al problema que le suponían entonces los diez millones de refugiados bengalíes, a razón de 2,5 millones de dólares/día.
Pedro Baños demuestra en su Así se domina el mundo que los mismos errores históricos se producen en los mismos escenarios incluso con muchos siglos de diferencia. Lo achaca al desconocimiento de la historia que exhiben los que toman decisiones, ignorancia de la que derivan a la postre las grandes tragedias. En suma, un libro que será imprescindible para el estudio y análisis de las relaciones internacionales, presididas por el denominador común de la hipocresía.