El periodista, historiador, sindicalista y político Adam Michnik (Varsovia, 1946), ha sido galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades en su edición de 2022.
El jurado, integrado por Luis María Anson Oliart, Gabriela Cañas Pita de la Vega, Adela Cortina Orts, Estrella de Diego Otero, Miguel Falomir Faus, Taciana Fisac Badell, Santiago González Suárez, Álex Grijelmo García, Miguel Ángel Liso Tejada, Helena López de Hierro d’Aubarède, Enrique Pascual Pons, José Manuel Pérez Tornero, Carmen Riera i Guilera, Fernando Rodríguez Lafuente y María Sefidari Huici, presidido por Víctor García de la Concha, y actuando como secretario Alberto Anaut González, acordó conceder el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2022 a Adam Michnik «por su compromiso con el periodismo de calidad y por su influencia en la recuperación y en la defensa de la democracia en Polonia».
«La lucha de Michnik en favor de los derechos humanos y del diálogo lo llevó a las cárceles del régimen comunista polaco, pero no por ello desistió de su firme oposición a la dictadura ni de buscar la reconciliación entre sus conciudadanos -añade el acta del jurado-. Michnik, cuya concepción de Europa contribuyó a asentar en su país los valores democráticos, constituye además hoy en día un símbolo de la libertad de expresión y del humanismo, así como un ejemplo ético de resistencia frente a las amenazas autoritarias».
La Asociación de Periodistas Europeos apoyó la candidatura de Adam Michnik en carta dirigida a Doña Teresa Sanjurjo González, Directora de la Fundación Princesa de Asturias, al creer que «la defensa de la libertad de información en la que Michnik puso su empeño en épocas complicadas del pasado polaco y que mantiene ahora bajo la ola de populismo que azota ese y otros países centroeuropeos, concuerda con el espíritu del premio y le hace merecedor de su distinción en la categoría de Comunicación y Humanidades. Michnik es uno de los más grandes y valientes intelectuales polacos, una de las voces más importantes en la lucha europea por la libertad y la democracia. Es la clase de voz imprescindible en tiempos de crisis de valores y principios como los actuales».
Cuando en 1968 los estudiantes polacos reclamaban libertad de expresión protestando contra la censura del régimen comunista, Adam Michnik fue uno de sus principales líderes. Aunque entonces era unánime la lucha de la juventud europea por alcanzar las libertades que consideraban justas, sus gritos alcanzaron una especial relevancia en una Centroeuropa aún ligada a la Unión Soviética a través del Pacto de Varsovia. Durante sus años universitarios, Adam Michnik fue el líder del diálogo con la iglesia polaca y, en su lucha por conseguir la dignidad para los trabajadores de su país se unió al movimiento Solidaridad, reclamando valores universales como libertad, solidaridad y prestaciones sociales para los más débiles. Cincuenta años después, mantienen intacta su lucha en defensa de libertades como la de expresión y prensa, azotada por los líderes centroeuropeos siendo la voz de una generación.
Michnik pagó su militancia política con varias estancias en la cárcel desde sus tiempos de universitario a finales de los años sesenta. Pese a haber sido víctima de la ferocidad represiva del régimen, siempre fue un defensor de la reconciliación y se mostró contrario a utilizar el pasado como arma arrojadiza. Su compromiso con la libertad de prensa no terminó con la llegada de la democracia a Polonia y actualmente es un duro crítico del Gobierno de su país, en manos del partido ultraconservador “Ley y Justicia”, de los reflejos autoritarios que acechan en Europa del Este, con el resurgir del antisemitismo, pero también del creciente poder que la Rusia de Vladimir Putin ejerce sobre Europa Oriental.
Adam Michnik, quien ha recibido numerosos premios internacionales por su trayectoria periodística y por su defensa de los derechos humanos, incluido el prestigioso Premio de Periodismo «Francisco Cerecedo» otorgado por la Asociación de Periodistas Europeos, nunca ha dejado de ejercer de conciencia crítica de su país y de la Europa actual.
Michnik es un auténtico intelectual, un humanista, seguidor de la más grande tradición europea, la de Emile Zola, la de Thomas Mann. Su independencia como pensador ha sido probada a lo largo de numerosos debates y enfrentándose a la multitud de problemas a los que ha hecho frente la sociedad polaca, como la corrupción, el antisemitismo, las relaciones transfronterizas y la libertad de prensa. Su sentido del humor está fuera de toda duda y su discurso siempre ha aunado la inteligencia y la sobriedad con una fina capa de ironía. Su influencia sobre la vida cultural, política y social polaca abarca todos los campos y su defensa de los derechos humanos le han puesto en cabeza de la élite intelectual europea. Sus largas décadas de lucha a favor de la decencia y la lucidez son reconocidas en todo el mundo, así como la certeza y pulcritud de la prosa con la que ha defendido estos valores, el poder del pensamiento, el valor de la democracia, y la necesidad de una postura crítica ante el mundo. Michnik es al mismo tiempo un héroe y un intelectual, un pensador y un inquieto jefe de redacción, reportero y activista, apasionado y retraído, romántico y escéptico a la vez, como buen polaco.
Actualmente, Michnik, es el redactor jefe del importante periódico polaco Gazeta Wyborcza, donde a veces escribe bajo los seudónimos Andrzej Zagozda o Andrzej Jagodziński.