Esta venerable institución de la Orden del Mérito Civil, que viene de 1926, me honra en la medida en que premia servicios relevantes al Estado. Es evidente que mis servicios al Estado se encuadran sin duda en el seno de la Asociación de Periodistas Europeos, de la que soy presidente desde su fundación. Es, pues, a los periodistas de esta Asociación a quienes corresponde participar también en esta distinción honrosa.
Diré que creo en el Estado como conformación de la sociedad y asimismo creo en las grandes utopías que buscaron las dimensiones perdidas del hombre. Aquellas utopías, desde Campanella, a Bacon, a Tomás Moro, a Platón, que buscaron la forma más perfecta de organización del “convivium” humano. Por desgracia, utopía significa lo que no existe en ningún sitio. Mientras tanto este sitio aparezca, la entidad más real y perfectible es el Estado. Su estricta definición indica coacción, pero la experiencia nos dice que sin coacción no hay asentimiento. La meta es que el asentimiento y el sentido civil reduzca espontáneamente la coacción. Y la pregunta amarga es la de qué nos ha servido los Estados y el derecho Internacional a los hombres del siglo XX. Mi brindis por el Estado conlleva la seguridad y la esperanza de que los hombres del siglo XXI lo hagan mejor.