Discurso de Iñaki Gabilondo en la entrega del XX Premio de Periodismo «Francisco Cerecedo»

Iñaki Gabilondo saluda a SAR el Príncipe Felipe en la entrega del XX Premio "Cerecedo"

Alteza, amigos. Buenas noches. Quiero agradecer al Jurado muy sinceramente no sólo el premio, que me honra, sino el catálogo de virtudes que se supone que lo justifica que me abruma, como es natural, y por otro lado quiero expresar mi emoción por estar reconocido en nombre de Cuco Cerecedo, que es un nombre que pronunciamos con respeto, que es una bandera de libertad, aquel lobo solitario con un talento extraordinario, defensor de causas perdidas y símbolo de tantas cosas para todos nosotros. En fin, muchísimas gracias por este premio, que además es concedido por un gruido de colegas con el que me reconozco mucho porque forma parte de una generación que se crió en la ilusión del periodismo, en la ilusión de la política y en la ilusión de la democracia. De manera que cuando ahora observo que –yo ya tengo hijos que tienen la edad que tenía Cuco Cerecedo cuando murió- porque aunque nos parezca mentira, nos vamos haciendo mayores y Cuco siempre estará joven porque se murió a los 37 años, la edad que todavía no ha cumplido el Príncipe, y la edad de una generación a la que vemos con un inmenso camino por recorrer y sin embargo Cuco nos saluda desde el final del camino que el recorrió a esa misma edad, y nos recuerda que teníamos nosotros esa edad cuando vivíamos esa ilusión del oficio y esa ilusión de la democracia que después cuando llegaros los tiempos de los fervores caídos y de las banderas arriadas, terminó poniéndonos a todos una cierta máscara de cinismo que francamente yo quisiera esta noche pedir que nos la quitáramos por un ratito aunque sólo sea para que vena nuestro verdadero rostro las jóvenes generaciones . Como consecuencia de algunos desengaños, como consecuencia del paso del tiempo, como consecuencia de la vida, terminamos creciendo en el escepticismo y eso nos pareció muy internacional, y como digo, terminamos todos envolviéndonos en la cáscara del cinismo. Pero a mi no me vais a engañar. Yo os conozco y sé que moriréis con las botas puestas. Las botas de la ilusión por el oficio y de la ilusión por democracia. Y creo que es bueno que nos lo digamos porque entre nosotros vale ese juego más o menos tramposo del cinismo, que sabemos que es una pequeña finta par que nadie parezca más débil que los demás, pero tenemos la obligación de decirle a las generaciones más jóvenes qué creíamos que era este oficio y qué no nos gusta de lo que está pasando en nuestra profesión. Y para eso os invito y me invito a que hagamos de nuevo un ejercicio en nombre de Cuco Cerecedo de regresar a nuestros treintaitantos años y reafirmar ahora lo que entonces creíamos y lo que yo sé que seguimos creyendo, que este es un oficio que sólo tiene sentido si tiene una responsabilidad en la sociedad . Nosotros entonces no hubiéramos aceptado lo que ahora mucha gente joven cree, que es que periodismo es una manera de definir muchas cosas muy diferentes y que lo que resulta verdaderamente sustantivo es ser periodista de PRISA, o periodista de la COPE o periodista de Vocento, porque es tan diferente que nada lo pone en común., Que es diferente ser periodista de lo público que de lo privado y que todo trabajo periodístico tiene un objetivo que lo legitima todo que es el éxito. Vosotros sabéis que nosotros nunca lo vimos así y nos moriremos sin verlo así. Nos moriremos pensando que un periodista es un ser humano comprometido con la sociedad en la que vive, y que lo de trabajar en una empresa o en otra es un adjetivo que lo matiza pero que no conecta directamente con su almendra. La mejor actividad que yo puedo realizar para ser leal con la empresa en la que trabajo es ser leal al oyente que me oye, y en el caso del periodista que escribe de ser leal al lector que le lee, y no hay una manera de ser leal a la empresa en la que uno trabaja siendo desleal al oyente que a uno le oye. De manera que dejémonos de tonterías. Nuestro trabajo es como creíamos que era cuando teníamos treinta años. No es de otra manera. Es así, es una actividad humilde, pero noble y necesaria. Es una actividad comprometida con la sociedad. Es una actividad que no puede permitir las cosas que están pasando haciendo como que no importa y que nuestro cinismo nos permite verlo como quien observa con displicencia cómo se van desviando las cosas. No. Nuestro oficio es como decíamos que era. Nuestro oficio se juega en serio, y se juega en lo público o en lo privado, en una empresa o en otra, siendo de la ideología que sea la empresa, con decencia o con indecencia como siempre fue y como siempre será, y no nos autojustifiquemos de otra manera.

Pensamiento único, decimos. En los últimos tiempos, como siempre que se da la mayoría absoluta, se habla de pensamiento único en el sentido más literal de la palabra: único de uno, que termina siendo el pensamiento de prácticamente todos los demás. Nosotros, crecimos prácticamente en la cultura de un pensamiento, no digo de ese grado , pero sí de esa particularidad y nosotros sabemos que es no es así. Por tanto, atrevámonos a decir que nos sigue pareciendo que este oficio sólo se justifica si sigue teniendo sentido para la sociedad y que aunque las banderas se arriaron, nuestro corazón se sigue inflamando cuando creemos que hay un oyente que nos oye y que nos cree y cuando hay un lector que nos lee y nos cree y hay un espectador que nos ve y nos cree, y está desarrollando un mundo interior de convicciones en función de puntos de vista que nosotros expresamos, y que no podemos aceptar la televisión basura porque eso es una autentica degradación, pero dicho lo cual hemos de admitir que no es la única degradación. Casi diría que no es ni la más grave, porque el periodismo basura es un auténtico escándalo y nosotros deberíamos alzarnos para neutralizar, pero está también el periodismo veneno, que se dedica a agriar las relaciones en nuestro país, y está el periodismo anestésico, que anestesia y es anestesiado, y todos esos periodismos están conviviendo con nosotros y parecería que forman parte del mundo desarrollado, lejano ya de esos tiempos ingenuos en los que creíamos que eso no se podía permitir.

Yo creo que hemos de condenarlo, que hemos de protestar por eso y que hemos de afirmar nuestras propias convicciones como si volviéramos a tener treinta años puesto que nos convoca aquí Cuco Cerecedo. De manera amigos que denunciemos esas prácticas que cometen y cometemos y no hagamos el juego de mirar desde el balcón los pecados ajenos sino de quien observa desde el interior de una sociedad los pecados de una sociedad y los pecados de una actividad que es la nuestra, que estamos desarrollando.

Quería decir también que nosotros nos tenemos que alzar puesto que creímos en la democracia, luchamos por ella, cuando creemos que la democracia se debilita, se desmuscula, cuando de repente descubrimos que la discrepancia se descalifica, y muy seriamente, llegando a ser calificada de antipatriótica, de complicidad con los asesinos, llegándose a decir que una posición está deseando que vuelva muertos de los frentes de batalla. Cuidado con descalificar la discrepancia y con adormecer el debate en la sociedad, porque eso que parece un buen negocio en algún momento para según quienes, es un negocio fatal para la sociedad. Si maldecimos a los discrepantes y si reducimos achicando espacios los territorios del debate, ¿qué haremos cuando tengamos necesidad de toda la energía social para afrontar problemas en serio?

¿Nos hemos planteado qué hubiera pasado si a la muerte de Franco las posiciones respecto a la discrepancia estuvieran marcadas como ahora, y el territorio del debate estuviera neutralizado como lo está en estos momentos?, ¿se hubiera podido legalizar el partido comunista?, ¿se hubiera redactado la Constitución?

A este paso, si llega un día en que nuestra sociedad necesite de todas sus energías para afrontar cuestiones extremadamente delicadas y necesite las conexiones de las discrepancias para articular soluciones a problemas complejos, habremos perdido la costumbre de discrepar y de debatir. Esto es extremadamente serio. La discrepancia más segura, la expresada de la manera más radical, el debate más agudo son puestas en común. Hasta el debate más agrio lo es. Ahora no estamos poniendo en común casi nada y me temo que dentro de no mucho vamos a necesitar tener una cierta práctica en poner cosas en común. Ya resulta un poquito terrible que la palabra que marca la esencia misma de la actividad democrática esté en este momento proscrita, la palabra diálogo, porque se asocia a un determinado tipo de diálogo y como un determinado tipo de diálogo es –y yo lo comprendo- imposible, ha quedado manchada la palabra entera, y el diálogo que es el instrumento de la democracia parece ser un instrumento a manejar de noche, en la oscuridad y cuando no nos ven los guardias.

Dicho esto, yo quería alertar del último peligro que yo observo que acecha en este momento en nuestra profesión y que es la deriva del periodismo hacia la propaganda. En parte como consecuencia de la manera que tenemos de vivir. Estamos viviendo a una velocidad extraordinaria, y de esa velocidad extraordinaria se deriva una prisa extraordinaria, y de esa prisa extraordinaria se deriva una información resumida que se digiere a todo correr, es la información del titular, del flash, de la titulación al galope en la que apenas cabe la complejidad. La realidad es cada día más compleja y sin embargo los medios de comunicación demandan una vehiculización contra la complejidad. No es un problema único de los medios de comunicación, la sociedad vive así, reclama a los medios de comunicación brevedad, los medios de comunicación devuelven brevedad y en un círculo que se cierra, influidos por la sociedad e influyendo en la sociedad, vamos viviendo una aceleración enloquecida que convierte los temas más complejos en una frase, una respuesta, un apunte, un dardo, un disparo. ¿Dónde están los matices?, y si no están los matices ¿donde está la verdad? –que decía Paul Verlain que es allí donde está se encuentra verdad- .

Si esa realidad de nuestra sociedad que conduce al lenguaje de la propaganda de una manera natural, sin que nadie lo desee, por una pura deducción de nuestra propia manera de vivir si ya estamos circulando con el riesgo de acercarnos al lenguaje de la propaganda, ¿no está notando alguien que se está manejando ese instrumento para convertir la información en propaganda?

Pues atención porque podríamos encontrarnos dentro de poco con algunos problemas no pequeños como son la necesidad de debatir en una sociedad que ha perdido la costumbre, necesidad de ponerse en contacto con “los otros” cuando casi todos “los otros” han sido proscritos , necesidad de articular la complejidad cuando nos hemos visto incapaces de entenderla y necesidad de conectar con la sociedad para hacerla entender la complejidad de nuestros problemas cuando la sociedad solamente entiende mensajes que llegan por los conductos de la propaganda., que como saben ustedes no es un directo a la razón sino un directo al hígado.

Puede que no resulte muy animoso el paisaje, pero sin embargo yo lo recojo lleno de animo, porque lo recojo para recordar que cuando teníamos treinta años creíamos que las cosas eran aproximadamente así –y eso que eran muchísimo más difíciles- pero nos parecía que nuestro oficio, que no era la solución de nada, podía jugar un papel interesante en esa línea, y nadie te preguntaba en qué medio trabajaba cada cual, ni si era público o privado, si era de este color o del otro, nuestra condición de periodistas nos comprometía de una manera natural con la realidad de nuestro país. ¿Me vais a decir que no creéis en eso?, pues no me lo voy a creer. Nos hemos disfrazado pero seguimos creyendo en eso, y como seguimos creyendo en eso yo quiero que esta noche atrevamos a decirlo, y que a partir de ahora se lo digamos a nuestros jóvenes compañeros. Yo no paro de decírselo porque creo que es importante que sepan que no se han equivocado al elegir esta profesión, y que esta profesión es como Cuco quería que fuera.

Alguien preguntó una vez ¿qué haría hecho Cuco si tuviera ahora 58 años y muchas canas? Vete tú a saber. Lo mismo se haría perdido en cualquiera de sus causas perdidas en quien sabe qué nuevas Bolivias, o quizás no, puede que hubiera regresado y hubiera estabilizado su vida pero no tengo la más mínima duda que además de escribir como un auténtico Dios, hubiera dicho esta noche que está de acuerdo con lo que estoy diciendo.

Muchísimas gracias a todos. Reitero mi emoción por el premio y mi agradecimiento a todos por él. Y a Su Alteza por estar con nosotros, al que por cierto, le deseo, nos deseo en él, mucha suerte. Muchas gracias.

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