Fiel a su cita anual, y ya van 35 ediciones, la Asociación de Periodistas Europeos (APE) celebró su tradicional seminario sobre el futuro de Europa. De Santander y San Sebastián, siempre al principio o al final del estío, los intensos debates y discusiones de estas jornadas han pasado a albergarse en Madrid coincidiendo con el otoño. La edición de este año ha tenido como marco el renovado edificio de la Fundación del Diario Madrid, el que fuera dinamitado por la dictadura franquista por encabezar la lucha mediática por las libertades.
Seis sesiones y otros tantos paneles han analizado y diseccionado tanto el estado de la Unión como su futuro en un mundo en el que corre el riesgo de tener que escoger entre las dos grandes superpotencias que se disputan la hegemonía. Para quienes afloran a menudo su europesimismo, José María de Areilza, secretario general del Aspen Institute España, recordó las cinco crisis existenciales que Europa ha superado con éxito en los últimos quince años: financiera, refugiados, pandemia, Brexit y la actual en curso de la guerra de Ucrania. Cinco pruebas de envergadura que no obstante pueden reproducirse con igual o mayor virulencia. Al respecto, Toni Roldán, director del Centro de Políticas Económicas de ESADE, advirtió de la necesidad de que la UE complete pronto las necesarias reformas que debieran anteceder la ampliación que ya se dibuja en el horizonte.
El diplomático Javier Elorza, autor de “Una pica en Flandes. La huella de España en la UE”, denunció el informe, elaborado por doce “presuntos sabios”, “documento que nadie ha pedido y que ha sido presentado en sociedad por dos ministras de Francia y Alemania”, en el que parece dibujarse toda una estrategia francoalemana para pasar a una Europa a distintas velocidades, y en consecuencia con varios niveles de decisión.
En el mismo panel, Jorge Domecq, consejero de Estrategia de Airbus, constató que Europa tiene cada vez menos autonomía estratégica en materia de defensa, pero aún puede hacer mucho tanto frente al cambio climático como en su “prioritaria seguridad económica”. En esa línea, fijó tres objetivos fundamentales: promover instrumentos para que la UE siga siendo relevante; protegernos mediante la coerción económica frente a terceros que nos atacan, y construir partenariados que nos faciliten el acceso a las materias primas fundamentales. El presidente de la Fundación Euroamérica, Ramón Jáuregui, hizo hincapié en que gran parte de esas materias primas están en Iberoamérica, el continente más cercano a Europa por cultura y valores, abogando por una intensificación de relaciones que contrarreste el creciente desplazamiento de la UE y la progresiva ocupación de ese espacio por parte de China.
De las grandes dependencias europeas la principal ha sido sin duda la energía. El excomisario Miguel Arias Cañete defendió que la UE se dotara de campeones mundiales, puesto que los europeos, y no digamos ya los meramente nacionales, se quedan cortos. Fijó en las baterías el principal componente en la lucha por la industrialización, de forma que “sería muy importante que las fábricas de estas se establecieran en España porque ello garantizaría que también los vehículos se fabricaran también aquí”. El que fuera ministro de Industria, Claudio Aranzadi, apuntó a una industria que será -ya lo es- decisiva en el inmediato futuro: la captura y confinamiento de CO2, sobre todo para la transición energética que programa la UE. Aranzadi se mostró en cambio beligerante con los carteles de los que depende el abastecimiento energético, citando expresamente a la OPEP+, donde la decisión de Arabia Saudí de recortar la producción en un millón de barriles diarios cada uno, condicionará de manera decisiva la macroeconomía de la UE.
Respecto de la ampliación de la Unión, el exvicepresidente de la Comisión Europea Joaquín Almunia mostró su apoyo a la integración de los países balcánicos, que calificó de imprescindible, “porque en otro caso caerán inexorablemente bajo la Rusia de Putin”. Previamente a esa ampliación, preconizó la necesaria reducción del número de comisarios (actualmente 27, uno por país), cantidad que ya hoy hace difícil cuando no inviable la toma de decisiones con la necesaria agilidad. No se mordió la lengua Almunia al afirmar que “si Donald Trump vuelve a ser presidente de Estados Unidos será un calvario para la Unión Europea”.
Para el exministro y exportavoz del Gobierno Íñigo Méndez de Vigo, que a propósito de la ampliación recalcó que España siempre estuvo también del lado de la integración de Turquía, se mostró especialmente cauteloso con el movimiento surgido en el Reino Unido, que pide enmendar el error del Brexit y volver al redil europeo. Méndez de Vigo sugiere que los “Brexiters”, que poco menos que anunciaban la ruina de la UE tras su salida, constaten el éxito de esta, y sean conscientes de que su marcha ha propiciado, además, la toma de decisiones que Londres hubiera impedido. Almunia indicó también que, tras una reunión reciente con británicos proeuropeos, éstos le manifestaron “no apreciar un gran interés de Bruselas por la reintegración del Reino Unido”.
Particularmente intenso fue el panel dedicado a la mentira como arma. El catedrático y expresidente del CIS Fernando Vallespín señaló que “hoy la mentira carece de trascendencia política”, remitiéndose a las proferidas por Trump y a la inutilidad del conteo de estas efectuado a diario por el Washington Post. Su conclusión es que el diseño de la desinformación y de la mentira va directamente al objetivo, es decir las emociones. Ello se traduce en que la gente o el grupo, que es consciente de la falsedad de lo que se le transmite, prefiere aceptarla por seguir perteneciendo a la tribu en vez de denunciarlo, y no luchar por la verdad con el riesgo de ser excluido del grupo.
A todo ello replicó el exdirector del CNI, Félix Sanz Roldán, inquiriendo si queremos vivir siempre así o nos vamos a rebelar, sobre todo cuando hay tecnología suficiente para saber en el 99,99% de los casos quién es el autor de la desinformación y de la mentira. Llamó a no resignarse a habitar en ese entorno y salir del círculo vicioso.
El seminario fue clausurado por el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, que en diálogo con el director de Europa Press y vicepresidente de la APE, Javier García Vila, calificó la actual presidencia española de la UE de “trascendental para su futuro, ya que las decisiones que se están tomando en este semestre determinarán su rumbo, su papel y su sitio en un mundo cada vez más encarnizadamente competitivo”.
Miguel Ángel Aguilar, secretario general de la APE, resumió al cabo con una frase lapidaria la disyuntiva en la que se encuentra Europa: “O bien exporta libertades o bien importará esclavitudes”.