Artículo publicado en Zoom News el 19 de Septiembre de 2014 por Pedro González
– El ‘no’ a la secesión de Reino Unido se impone con el 55,3% de los votos.
– Comienzo inmediato de las negociaciones para transferir más competencias a la autonomía escocesa.
– Alivio en Europa tras desactivarse la espoleta de la «deconstrucción» de la UE.
La cabeza se impuso al corazón. Escocia ha rechazado convertirse en país independiente y plenamente soberano tras un referéndum, en el que los partidarios del «no» han sumado el 55,3% de los votos, frente al 44,7 % que pedía la secesión del Reino Unido. Una ventaja cercana a los 11 puntos y 350.000 votos, bastante mayor por consiguiente de la que auguraban los sondeos previos a la consulta.
Finalmente, y por lo tanto, el país surgido de la Unión Act de 1707, seguirá unido, y dentro también al completo de la Unión Europea. En Bruselas y las demás capitales de los Veintiocho cunde una evidente sensación de alivio; Escocia hubiera podido desencadenar el proceso de la «deconstrucción» de la UE, tal y como lo señaló el presidente de Francia, François Hollande.
La ventaja de quienes preconizaban mantenerse unidos empezó a manifestarse desde los primeros momentos del escrutinio de los 32 consejos municipales. Tras el triunfo del «no» en territorios escasamente poblados pero muy significativos como las islas Shetland (63,7%) y Orkney (67,2%), el «sí» acortó distancias en Dundee, la cuarta ciudad escocesa (57,3%), pero pronto contrarrestado por un nuevo «no» de la tercera ciudad y opulenta capital petrolera del país, Aberdeen (58,6%). El «sí» volvió de nuevo a acortar distancias con el resultado final en Glasgow, principal centro económico (53,5%), antes de que Edimburgo completara el recuento final (61,1%).
La participación del 84,6% de los electores censados puede considerarse masiva, si bien ha quedado por debajo de las expectativas, habida cuenta de que para votar era necesario inscribirse previamente, y ese requisito lo habían cumplido 4,3 millones de escoceses, el 97% del censo.
Los medios financieros ya habían olfateado el triunfo del rechazo a la secesión al registrar en la jornada previa al referéndum una fuerte recuperación de la libra esterlina y un repunte considerable en los valores bursátiles, especialmente los relacionados con la energía, la banca y los seguros, tres de los sectores que hubieran sufrido graves consecuencias en caso de haber ganado la opción independentista.
Escocia ha decidido, pues, seguir haciendo frente a los mismos retos, pero de consuno con el Reino Unido, retos que pasan por recuperar la competitividad de la economía y mantener las prestaciones del Estado del Bienestar en una sociedad cada vez más envejecida. No lo hará ya al tiempo que construye las estructuras de un Estado propio, pero sí gozará de mayores niveles de autonomía dentro del Reino Unido, a tenor de las promesas suscritas por los líderes de las tres grandes formaciones políticas nacionales: David Cameron (conservadores), Ed Miliband (laboristas) y Nick Clegg (liberales demócratas).
Las negociaciones para acordar la nueva lista de transferencias comienzan ya mismo, de manera que puedan entrar en vigor a principios del próximo año 2015, apenas cinco meses antes por lo tanto de las próximas elecciones generales del Reino Unido, que serán condicionadas a todas luces por lo acontecido en este referéndum.
Cameron, que ha celebrado el resultado de la consulta con un discurso conciliador y de abrazo pleno a una Escocia ligada plenamente a los destinos del Reino Unido, ha esquivado la mancha que le podría haber hecho pasar a la historia como el primer ministro que rompió el país por aceptar un referéndum al todo o nada. No tendrá que dimitir sino encabezar el nuevo proceso de descentralización que ahora se abre. Un proceso que seguirá la regla del «Home Rule within the UK» (Gobierno local dentro del RU), fórmula acuñada por el exprimer ministro laborista Gordon Brown, uno de los más activos y determinantes predicadores de la unión a lo largo de la campaña.
Alex Salmond, el líder nacionalista escocés, si bien no ha conseguido sus aspiraciones máximas de independencia, ha logrado poner en marcha una nueva dinámica política. Nadie durante la jornada del viernes le exigió la dimisión por la derrota, pero él mismo anunció que dejaría las funciones de ministro principal de Escocia a partir de noviembre, cuando se celebre la conferencia anual de su partido. «Después, estaré disponible para desempeñar mis funciones como miembro del Parlamento escocés». Todo apunta a que será la muy firme Nicole Sturgeon quien le suceda al frente del Partido Nacionalista Escocés (SNP).
En cualquier caso, el nuevo pacto unionista concederá mayor autonomía fiscal y de gasto para Escocia, competencias que también podrían ser reclamadas por Gales, Irlanda del Norte e incluso Inglaterra. Nada está aún escrito, pero el proceso descentralizador podría desembocar en una federalización del Reino Unido.
Como afirmaba el propio Salmond, ésta es una ocasión que solo se presenta una vez en la vida. Quiere ello decir que, al menos durante algunas generaciones más, no volverá a plantearse la tentación de un nuevo referéndum secesionista. La rápida reacción ahora en favor de acelerar las transferencias autonómicas cercenará situaciones semejantes a las que condujeron en su día a un segundo referéndum en Quebec, saldado también y finalmente con un triunfo mínimo de los partidarios de seguir en un Canadá unido.